En los últimos años, la juguetería erótica, y en particular dispositivos como el Satisfyer, han transformado la percepción que muchas mujeres tienen sobre la masturbación. Lo que antes era considerado un acto privado y, a menudo, envuelto en secreto, se ha convertido en una experiencia que muchas ya comparten, celebran y hasta regalan. Sin embargo, el impacto de estos dispositivos va más allá de lo físico: su mayor revolución se ha dado en la mente de las propias usuarias, normalizando el autoplacer y despojándolo de su estigma tradicional, informa El País de España.
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Cambios en la cultura y los retos persistentes
Si bien la masturbación femenina ha dejado de ser un tema tabú, expertos advierten que aún existen desafíos.

La cultura del juguete sexual ha contribuido a eliminar el aura negativa que rodeaba al autoplacer, pero también ha generado nuevas dependencias. La tecnología aplicada al placer sexual puede favorecer el acceso rápido al orgasmo, aunque, según especialistas, esto puede dificultar el desarrollo de habilidades propias y la exploración autónoma del cuerpo.
A diferencia de los varones, que desde jóvenes suelen compartir y comentar tácticas para maximizar o controlar el orgasmo, las mujeres continúan, en general, el proceso de descubrimiento en solitario.
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Si sumamos a esto la complejidad del deseo femenino y la falta de visibilidad de los propios genitales, la masturbación representa aún una tarea pendiente para muchas.
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Aprender a conocer el cuerpo
Francisca Molero, ginecóloga y sexóloga clínica del Centro Máxima en Barcelona, enfatiza que la frecuencia de la masturbación femenina ha crecido en los últimos años, en parte gracias al Satisfyer. Sin embargo, afirma que el placer sigue siendo un aprendizaje: “Muchas mujeres aún deben descubrir cómo estimular su cuerpo y entender sus respuestas sexuales”.
Molero señala que un patrón común en mujeres anorgásmicas es el abandono precoz o la ausencia de exploración durante la infancia y adolescencia, a menudo por vergüenza o culpa.
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Beneficios y límites de los juguetes eróticos
Sonia Bedate, fisioterapeuta y sexóloga en Extremadura, resalta la importancia de la masturbación para fortalecer el vínculo cuerpo-mente y mejorar la vascularización, lubricación y salud del suelo pélvico. No obstante, advierte sobre los riesgos de abusar de ciertos juguetes, especialmente los de succión, y recomienda explorar otras áreas erógenas más allá de los órganos genitales.
“El abuso de estímulos intensos puede dificultar luego las relaciones de pareja, donde los estímulos no son tan potentes”, subraya.
Bedate aconseja crear un “mapa erógeno” propio, identificando zonas del cuerpo, como el cabello, la cara, o el interior de los muslos, que provocan sensaciones placenteras al ser estimuladas.
El cuerpo como centro del placer
El Sexocorporel, un enfoque sexológico desarrollado por Jean-Yves Desjardins, sostiene que toda experiencia fisiológica tiene una correlación emocional. Claude Roux-Deslandes, médica y sexóloga en Francia, explica que muchas mujeres todavía desconocen el proceso de excitación debido a la mecanización del placer con los juguetes, perdiendo la riqueza de los “verbos del erotismo”: saborear, tocar, escuchar, observar y, especialmente, respirar.
Las investigaciones recientes han desmentido la idea de que solo los hombres responden a estímulos visuales: tanto mujeres como hombres experimentan excitación física ante imágenes eróticas, aunque la concordancia entre mente y cuerpo varía.
Además, la respiración y el movimiento corporal, como la basculación de la pelvis, juegan un papel esencial en el acceso al placer. Los expertos aconsejan comenzar en un estado de relajación y abrir espacio a los sentidos mediante literatura erótica, masajes o baños estimulantes, especialmente en casos de bajo deseo sexual.
Para muchas mujeres, fluir con el placer supone también soltar el control, una barrera frecuentemente observada en perfiles perfeccionistas o con alta necesidad de resultados.
Francisca Molero concluye que el placer no solo tiene una función hedonista, sino que también conecta a las personas con su propio cuerpo, ayudándolas a sentirse vivas y en sintonía consigo mismas.
Fuente: El País
