La responsabilidad y creatividad hacen a la libertad: fuente de la felicidad. Esta no consiste en vivenciar solo «momentos», sino resulta un verdadero «estado espiritual» cuando ella proviene de la práctica constante de las virtudes. Los padres y profesores deben poner en práctica la pedagogía de las virtudes; y la expresión «pasa de grado» se convertirá en la mejor y más esperada noticia.
Paciencia, asistencia afectiva, creatividad y acompañamiento solidario conforman la malla pedagógica que genera el relacionamiento áulico y hogareño del proceso de aprendizaje del niño. Los padres y profesores deben comprometerse de facilitar el mejor ambiente afectivo para que los valores forjen la personalidad del niño con el consabido adagio: «Mente sana en cuerpo sano».
«Primero el deber, después el placer» dice el adagio, que bien puede ser aplicado al proceso del desarrollo físico, síquico y espiritual del adolescente. El estudio, trabajo y la recreación son el hábitat natural en esta etapa de la vida, en la cual el carácter, temperamento y la personalidad deben forjarse cual acero templado para el devenir de su plena realización como persona.
La contención afectiva en niños adolescentes es de vital importancia para el logro del desarrollo pleno de sus potencialidades intelectual, volitiva y afectiva. La pedagogía y la didáctica se fundan en esta contención, para que el conocimiento se arraigue en la experiencia vivencial de los alumnos.
Confiar: «suponer lealtad en alguien», «depositar algo al cuidado de uno», «decir a alguien los pensamientos íntimos», sentencia el diccionario. Es así, la confianza es la puerta que abre los lazos de la amistad y del compañerismo, fortalecidos por la asistencia afectiva y solidaridad. Sin confianza no hay pedagogía que valga ni acuerdos posibles a realizar.
Hablamos de la recreación en el sentido de un entretenimiento, el deleitarse con una actividad placentera, ya sea física, como los deportes; científica, como ajedrez o crucigrama; artística o espiritual, con el acompañamiento de la didáctica lúdica. La sana diversión debe incrementarse y propiciarse desde el hogar y la escuela, porque es una manera de alejar el vicio de la innata curiosidad de los niños y jóvenes por lo prohibido.