Muchos pacientes que toman antidepresivos —especialmente los conocidos como ISRS, esos que aumentan la serotonina y te ayudan a levantar el ánimo— notan que su libido baja o incluso desaparece.
¿La razón? Ese aumento de serotonina, aunque beneficioso para combatir la tristeza y la ansiedad, también puede interferir con los circuitos cerebrales que estimulan el deseo sexual.
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Pero no se trata solo de perder interés en el sexo. Algunas personas reportan dificultad para llegar al orgasmo o, en el caso de los hombres, problemas de erección.
Y sí, puede ser frustrante. Sobre todo cuando la mente empieza a estar en paz, pero el cuerpo no responde como antes.
¿Cuál es la solución?
La buena noticia es que hay formas de abordar este efecto secundario sin tener que renunciar a tu tratamiento. La primera clave: hablarlo.
Aunque pueda dar pudor, una charla honesta con tu médico puede abrir la puerta a soluciones simples como ajustar la dosis, probar con otro tipo de antidepresivo —como el bupropión, que suele tener menos impacto en la libido— o incluso complementar el tratamiento con terapia sexual.

También hay caminos menos médicos y más cotidianos: moverse más, dormir mejor, comer bien, respirar hondo. Porque el deseo no solo vive en los neurotransmisores, también se alimenta del bienestar general.
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Lo esencial es no resignarse. El equilibrio entre salud mental y vida sexual plena es posible, pero requiere atención, paciencia y, sobre todo, diálogo abierto.
Al fin y al cabo, sentirse bien no debería implicar apagar una parte tan importante de lo que somos.
¿Cuán frecuente es la disfunción sexual por antidepresivos?
Según un estudio publicado en The Journal of Clinical Psychiatry, entre el 30% y el 70% de las personas que toman antidepresivos pueden experimentar algún tipo de disfunción sexual. Los ISRS como fluoxetina, sertralina o paroxetina son los más comúnmente asociados con este efecto secundario.
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En muchos casos, los efectos sexuales aparecen en las primeras semanas de tratamiento, aunque algunos pacientes pueden tardar más en notarlo. Es importante monitorear los cambios desde el inicio y comentarlos en las consultas médicas.