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La estatal, que anteriormente refinaba combustibles y hoy está convertida exclusivamente en un gran depósito de ellos, tendrá que recuperar ese dinero con transferencias que deberá realizar el Ministerio de Hacienda.
Es en definitiva dinero público financiando una parte de cada litro de estos tipos de combustibles en las estaciones de servicio de emblema público, con el argumento de que ambos abarcan el 75 por ciento del mercado.
Será nuevo subsidio, al que se apela en medio de la coyuntura mundial de encarecimiento de los combustibles, y como herramienta para desactivar los cierres de caminos a los que apelaron sectores que se ven cada vez más golpeados por las constantes subas.
Los subsidios son una herramienta de la política económica y no son necesariamente malos per se, ni es cuestión de satanizarlos, allí tenemos por ejemplo al principal modelo de capitalismo en el mundo entregando una serie de ayudas a personas y empresas.
Pero los subsidios sí deben tener objetivos y plazos concretos para no distorsionar su finalidad.
Los subsidios deben ayudar a capear la tormenta, superarla, y no terminar distorsionando de forma permanente las relaciones económicas.
La Real Academia de la Lengua Española los define claramente como prestaciones públicas asistenciales de carácter económico y duración determinada.
Tenemos sin embargo en el país algunos ejemplos que nos hacen activar las alarmas cada vez que escuchamos acerca de un plan para subsidiar determinada actividad o grupo.
Uno de los últimos es el del transporte en el área metropolitana.
Con el argumento de que obliga a los empresarios a trabajar formalmente para poder cobrar ese complemento, el gobierno apeló a subsidiar a las empresas de transporte del área metropolitana.
Implementó así un subsidio regionalizado sobre el transporte público, pero incluyendo solo a las concesionarias del Viceministerio de Transporte y dejando afuera a todas las empresas permisionarias de municipios del área metropolitana.
Presentado como un subsidio al pasajero y no al transportista, permite en realidad maquillar el precio real del pasaje al público.
Esta misma semana representantes del gobierno argumentaban que el pasaje no aumentaría, aunque en realidad lo que no aumenta es el monto cobrado directamente a cada pasajero que sube, aunque el subsidio es reajustado mensualmente y no se conoce un plazo de término de su aplicación.
Otro ejemplo es el de los subsidios entregados por la veda pesquera.
Pasaron sucesivos gobiernos y todos mantuvieron el esquema de entregar una suma de dinero público por una restricción que se sabe ocurrirá todos los años y en la misma época, con la finalidad de preservar precisamente la fuente de subsistencia de los pescadores.
En lugar de ayudarlos a organizarse para acopiar pescados en congeladores y venderlos durante la veda, cooperativizándolos inclusive, para no depender de las migajas del subsidio, todos los administradores optaron por el camino más simple.
Es que es mucho más fácil entregar plata pública con carácter asistencialista, que proponer una solución de fondo y duradera, que no genere ni prebendas ni dependencia.
Sobre todo en años proselitistas.