Propuestas “europeas” para el transporte público

Una buena descripción del infierno debería incluir un sistema de transporte público como el nuestro. No creo que haya castigo más perverso que tener que esperar tanto tiempo para viajar en buses repletos, camino al trabajo o la universidad. Aparte de la carencia de oferta, los que usamos el servicio tenemos que estar expectantes de que el pasaje no suba porque el precio del combustible se incrementa con frecuencia.

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El deterioro de la calidad de vida del ciudadano común es ignorado por el poder político, que se mantiene funcional a los intereses de empresarios que hace tiempo denuncian que el sistema no es tan rentable como todos creemos. Independientemente de que los argumentos sean consistentes o no, porque el lucro privado no nos importa a los usuarios, no existen señales de que el transporte comience a mejorar.

Algo que resulta molesto cuando se aborda la ineficiencia del transporte público es la aparición de propuestas “europeas”, que superficialmente son buenas pero en realidad evaden aspectos necesarios para cambiar el modelo actual. La utilización de bicis, motos y automóviles eléctricos no solo es económicamente inviable para la mayoría, también ignora que el cambio de matriz energética implica inversiones fuertes, trabajos estructurales de alta complejidad técnica y tiempo.

Si bien debemos volvernos sustentables porque el mundo ya nos está pasando la factura, hay que tomar medidas inmediatas para recuperar la dignidad frente a tantos años de un medio de transporte obsoleto. ¿Cómo lo hacemos? La respuesta es la de siempre: usando la política.

Hoy emulamos al peor de los infiernos porque los que sostienen el status quo del sistema de transporte así lo designaron. Quienes hoy aparecen en cámaras cuestionando la mezquindad de los colectiveros son los que varias veces van a pedirles socorro en elecciones. Políticos incoherentes se desesperan por la suba reiterativa del combustible, pero tampoco hicieron uso de su investidura para alentar cambios radicales y con enfoque popular en el sistema de transporte.

La realidad es esa, mientras que no veamos intenciones reales de confrontar con el empresariado, invirtiendo en infraestructura integral y generando los recursos en detrimento de la clase privilegiada, toda propuesta de cambio quedará solo en el discurso. Al margen, sintetizar en que la población debe empezar a andar en bici o comprarse un monopatín eléctrico para sortear mejor el problema de transporte es un jugar con la inteligencia de la gente. Es pura demagogia.

Con ese estilo de demagogia es que las autoridades habían dado ingreso al país a las plataformas de transporte de pasajeros y hoy estamos viendo cómo los precios tampoco son los mejores, de qué manera viajamos desprotegidos y cómo los choferes están inmersos en una fuerte precarización.

diego.diaz@abc.com.py

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