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El Día Mundial de la Actividad Física, celebrado cada 6 de abril, es una oportunidad para reflexionar sobre los hábitos de movimiento de las personas y promover un estilo de vida más activo.
A pesar de que los beneficios de mantenerse físicamente activo están bien documentados, el sedentarismo sigue siendo un fenómeno prevalente en muchas sociedades modernas.
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El sedentarismo: un fenómeno de la era moderna
El sedentarismo se ha convertido en un problema de salud pública significativo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes. Pero, ¿por qué nos hemos vuelto tan inactivos?
La transición de trabajos físicamente demandantes a labores más sedentarias ha sido un impulsor clave del sedentarismo. En la actualidad, muchas personas pasan la mayor parte de su jornada laboral frente a una pantalla, con pocas oportunidades para moverse. Este cambio en la naturaleza del trabajo ha contribuido a reducir nuestra actividad física en general.

Por otro lado, el avance tecnológico ha facilitado muchas tareas cotidianas, pero también ha reducido la necesidad de actividad física.
Desde el transporte motorizado hasta dispositivos electrónicos que ofrecen entretenimiento, la tecnología a menudo promueve el sedentarismo al proporcionar opciones convenientes que requieren poco movimiento físico.
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Vivimos en una época donde el tiempo es un recurso preciado. Muchas personas encuentran difícil integrar el ejercicio en sus horarios diarios debido a las múltiples demandas en sus vidas personales y profesionales. Esta percepción de falta de tiempo es una barrera común para la actividad física regular.
Impacto cultural del sedentarismo
El sedentarismo no solo es un problema de salud, sino también un fenómeno cultural. La forma en que las sociedades han evolucionado hacia estilos de vida más sedentarios sigue afectando a las generaciones actuales y futuras.
La cultura popular y la publicidad a menudo glorifican estilos de vida cómodos y relajados, restando importancia al ejercicio físico. Esto crea una percepción errónea de que la actividad física es opcional o secundaria para el bienestar general.
Y con el crecimiento de las ciudades, los espacios verdes y las áreas recreativas a menudo son limitados. Esto puede hacer que sea más complicado para las personas, especialmente para los niños, encontrar lugares seguros y accesibles para jugar y moverse libremente.
En algunas culturas, la importancia de la actividad física inclusive puede no estar reconocida o valorada. La percepción social de que el ejercicio es más importante para ciertos grupos, como los jóvenes o los atletas, puede desalentar a otros a participar activamente en actividades físicas.
Promover un cambio para obtener los beneficios de la actividad física
Para combatir el sedentarismo, es necesario un enfoque multidimensional que incluya políticas públicas, educación y cambios culturales.

La actividad física regular es una de las prácticas más efectivas y accesibles para mejorar la salud integral. No solo fortalece el sistema cardiovascular, mejora la capacidad pulmonar y ayuda a mantener un peso saludable, sino que también tiene efectos profundos sobre la salud mental: reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y potencia funciones cognitivas como la memoria y la atención.
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A nivel metabólico, mejora la sensibilidad a la insulina, regula la presión arterial y disminuye el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer y trastornos del ánimo.
Para empezar a movernos, no hace falta una membresía de gimnasio ni equipamiento sofisticado: caminar 30 minutos al día, subir escaleras en lugar de usar el ascensor, bailar en casa o bajarse una app de rutinas breves puede marcar la diferencia.
La clave está en la constancia y en encontrar una actividad que disfrutemos, porque eso facilita su incorporación como hábito. Un buen punto de partida es agendar momentos específicos en la semana para moverse, empezar con metas pequeñas y alcanzables, y rodearse de personas que apoyen el cambio.
A medida que el cuerpo se adapta y los beneficios se hacen evidentes, la motivación tiende a crecer de forma natural.