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“Dormir poco, aumenta el apetito, porque se produce menos leptina que es la hormona de la saciedad”, explica Shirley Cardozo, nutricionista clínica.
Además, recalca la profesional que se produce más “ghrelina”, otra hormona que produce el efecto contrario: nos aumenta el apetito.
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“Si no dormimos de noche, podemos padecer el llamado “síndrome del comedor nocturno” y atracar la heladera cuando deberíamos dormir”, señala Shirley Cardozo.
“Si duermes poco bajará tu consumo de energético porque al día siguiente disminuirás tu actividad física y preferirás el sofá o la silla de tu ofi antes que moverte, debido a la fatiga producida por no dormir. Hay que tener claro que “el sueño es un pilar de la salud tan importante como lo es la alimentación, el ejercicio físico y el bienestar psicológico”, puntualiza la nutricionista.