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A este fenómeno lo denominan “estrés térmico”, y se refiere a la carga de calor que experimentan los trabajadores debido a elevadas temperaturas, lo cual reduce su capacidad de desempeño y puede derivar en severos problemas de salud. La OIT estima que, a nivel global, el estrés térmico provocará la pérdida del 2,2% del total de horas de trabajo para 2030, el equivalente a 80 millones de empleos a tiempo completo.
Para el continente americano la situación es dispar. Si bien el impacto del estrés térmico en la productividad laboral es menor en comparación con otras regiones del mundo, la tendencia apunta a un deterioro progresivo. De acuerdo con datos de la OIT, en 1995, la región perdió el 0,3% del total de horas de trabajo debido a este fenómeno, lo que representó cerca de 948.000 empleos a tiempo completo. Las proyecciones indican que para 2030 esta pérdida se duplicará al 0,6%, aproximadamente 2,9 millones de empleos perdidos.
La productividad laboral en América del Sur también se ve afectada por el estrés térmico. El cuadro Nº 1 presenta los datos y estimaciones realizados por la OIT del porcentaje de horas de trabajo perdidas debido al estrés térmico en distintos sectores y en la economía en general. Además, indica la pérdida equivalente de empleos a tiempo completo en la economía.
Datos estadísticos revelaron que, el incremento de las temperaturas redujo las horas de trabajo en un 0,4% en 1995 (el equivalente a 481.000 puestos de trabajo a tiempo completo), y se prevé que esta pérdida de productividad alcance el 0,8% en 2030 (1,6 millones de puestos de trabajo a tiempo completo).
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Sin embargo, el impacto varía considerablemente a lo largo de la subregión. De acuerdo con los datos de la OIT, en 1995, los países con mayores pérdidas fueron Guyana (1,6%), Surinam (0,6%) y Colombia (0,6%). Por otro lado, países como Uruguay, Argentina y Perú tuvieron índices mucho más bajos. Aunque la proporción estimada de horas de trabajo perdidas en el Brasil fue solo del 0,44% en 1995, por el gran tamaño de su población, esta pérdida de productividad se tradujo en un equivalente a 314.000 puestos de trabajo a tiempo completo, lo que representa más de la mitad de la pérdida de empleo en la subregión.
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¿Cuál fue el impacto en Paraguay?
Por su parte, Paraguay en 1995 registró una pérdida de productividad del 0,42%, alrededor de 8.100 puestos de trabajo. Las proyecciones de la OIT para 2030 dan cuenta de que esta pérdida se duplicaría, para alcanzar el 0,89%, lo que representaría la desaparición de más de 33.000 empleos.
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Este fenómeno está estrechamente relacionado con el aumento de las temperaturas en el país, que ha generado un impacto significativo en diversas actividades laborales. De acuerdo con el Anuario Climatológico de la Dirección de Meteorología e Hidráulica (DMH), en 2023 se registraron olas de calor en enero, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Además, la temperatura media anual en algunas localidades superó hasta 1,50 ºC el promedio histórico.
En dicho año, ciudades como General Bruguez, Asunción, Concepción y San Pedro alcanzaron récords históricos de temperaturas máximas, que superaron los 43 ºC. En 2024, Pedro Juan Caballero también rompió su récord con casi 40 ºC, mientras que, a inicios de este año, Mariscal Estigarribia registró su temperatura más alta con 44,8 ºC.
Cabe resaltar que muchas de estas ciudades tienen una fuerte dependencia de la agricultura y la ganadería, sectores que implican extensas jornadas de trabajo al aire libre. Como consecuencia, las proyecciones de la OIT estiman un incremento en la pérdida de productividad del sector agrícola en Paraguay, al pasar del 1,1% en 1995 al 2,5% en 2030.
Así, para mitigar los efectos del estrés térmico en la fuerza laboral, es fundamental fortalecer las normas de seguridad y salud en el trabajo. Por ello, la Organización Internacional del Trabajo promueve el “Convenio sobre la seguridad y la salud en la agricultura”, que establecen directrices claras para la adaptación de los entornos laborales al calor extremo. Estas normas buscan garantizar la implementación de políticas de prevención y protección para los trabajadores, especialmente en sectores de alta exposición como la agricultura y la construcción.
Para la OIT, el diálogo social entre gobiernos, empleadores y trabajadores es clave en este proceso dado que permite diseñar estrategias de adaptación más efectivas, que incluyan la regulación de horarios de trabajo en condiciones extremas, la provisión de agua potable en los lugares de empleo y la introducción de períodos de descanso obligatorios.
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Finalmente, las conclusiones sobre el informe de la OIT indican que el estrés térmico representa un desafío creciente para el mundo del trabajo, y su impacto en la productividad seguirá aumentando si no se implementan medidas efectivas. El documento enfatiza que la combinación de estrategias de adaptación y mitigación, junto con el fortalecimiento de las normas internacionales del trabajo, resulta fundamental para afrontar esta problemática y garantizar condiciones laborales dignas en un escenario de cambio climático acelerado.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.