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De acuerdo con la definición del Banco Mundial (BM), el capital humano es el conjunto de conocimientos, capacidades y salud que las personas acumulan e invierten a lo largo de su vida permitiéndoles desplegar su potencial como miembros productivos de la sociedad. Así, invertir en las personas a través de la nutrición, la atención médica, la educación de calidad, el empleo y las capacidades ayuda a desarrollar el capital humano, lo que resulta clave para poner fin a la pobreza extrema y crear sociedades más inclusivas.
En la teoría de la producción, los principales factores son la tierra, el capital físico y el trabajo que se articulan con la tecnología disponible para producir. En este marco, la inversión en capital humano fortalece la capacidad de trabajo y mejora el nivel de tecnología.
Varios autores coinciden que la complejidad económica requiere una mejor educación porque influye en el desarrollo de nuevas destrezas y la formación de capital humano. Aseguran que una economía en proceso de crecimiento y modernización demanda políticas públicas que proporcionen condiciones para una mayor innovación, competitividad y diversificación económica. Así, en economías avanzadas de Asia se han observado un rápido desarrollo humano ubicándolos al nivel de los países industrializados avanzados. Como consecuencia, estas naciones han alcanzado tasas de crecimiento económico excepcionalmente altas en los últimos 30 a 40 años, (Ferrarini y Scaramozzino- 2016; Mustafa, Rizov y Kernohan- 2017).
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Un análisis comparativo entre América Latina y países asiáticos, como China, Malasia, Corea del Sur y Singapur, realizado por un grupo de estudiosos, reveló importantes diferencias en sus estrategias económicas y sociales. Durante el auge de los precios de materias primas en la década de 2000, las economías latinoamericanas lograron avances sociales, pero su limitada diversificación económica restringió la generación de empleos de calidad. En contraste, las naciones asiáticas apostaron por la innovación tecnológica y el fortalecimiento del capital humano, transformando sus exportaciones y mejorando su competitividad global. Por tanto, la formación profesional no solo incide en el incremento de los ingresos per cápita y el poder adquisitivo de los consumidores, sino que se traslada también en el mejoramiento de la calidad de los bienes producidos por trabajadores cualificados.
Panorama en la región
El Banco Mundial cuenta con el denominado “Índice de Capital Humano” (ICH), una medición que resume la cantidad de capital humano que un niño que nace hoy en día puede llegar a alcanzar hasta los 18 años. Se consideran los riesgos de mala salud y educación deficiente prevalentes en el país en el que vive. De esta manera, se crea un probable escenario de productividad de toda una próxima generación para ser analizada.
Se utiliza una escala de 0 a 1, donde solo se aplica 1 si el niño que nace hoy en día puede llegar a gozar de “plena salud” (definida como “el estado en el que la persona no sufre retraso del crecimiento y vive, como mínimo, hasta los 60 años”) y alcanzar todo su “potencial en la educación formal” (definido como “la posibilidad de asistir durante 14 años a un establecimiento educativo de alta calidad hasta los 18 años”).
El más reciente ICH muestra a Chile liderando entre los países seleccionados, con 0,65, superando al promedio regional de América Latina y el Caribe (ALC) y del Ingreso Medio Alto (IMA), ambos con 0,56. En el segundo puesto, México y Perú comparten un índice de 0,61, seguido de Argentina y Uruguay, con 0,60. Esto evidencia una ligera ventaja de los países sudamericanos con economías más diversificadas en comparación con el promedio regional.
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En contraste, Brasil y Paraguay registran los valores más bajos del grupo, con 0,55 y 0,53 respectivamente, situándose por debajo del promedio regional y de ingresos similares. El escenario, además de reflejar los desafíos estructurales en el desarrollo de capital humano que limitan la productividad futura, subraya la importancia de diseñar políticas públicas para cerrar brechas, particularmente en los países con menor desempeño como es el caso de Paraguay.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.