Por décadas, los neandertales —nuestros primos homínidos extintos hace aproximadamente 40.000 años— han sido retratados como brutos cazadores de grandes animales, dependientes casi exclusivamente de la carne para subsistir.
Sin embargo, investigaciones recientes están desmontando este mito, revelando una dieta sorprendentemente diversa y adaptativa, con repercusiones para nuestro entendimiento actual sobre la evolución humana y la alimentación saludable.
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Una dieta variada: carne, plantas y más
Evidencias arqueológicas obtenidas en yacimientos de Europa y Asia occidental, donde habitaron los neandertales, indican que estos homínidos eran cazadores habilidosos, capaces de abatir mamuts, rinocerontes lanudos y ciervos. Los análisis de isótopos en huesos neandertales apuntan a un elevado consumo de proteína animal.

No obstante, investigaciones recientes han hallado rastros de polen, semillas, frutos secos e incluso restos microscópicos de tubérculos en herramientas y en el sarro dental de fósiles neandertales.
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Estos descubrimientos sugieren que, cuando el entorno lo permitía, su dieta se complementaba con alimentos vegetales como legumbres, setas, bayas y raíces. En algunas regiones, también consumían mariscos, huevos y miel.
Adaptabilidad ante los cambios ambientales
Los neandertales vivieron en climas gélidos y paisajes diversos, lo que les exigió flexibilidad alimentaria.
Cuando la caza era escasa, recurrían más a las plantas y viceversa. Esta capacidad de adaptación les permitió sobrevivir durante miles de años a las fluctuaciones climáticas de la Edad de Hielo.
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Técnicas de preparación de alimentos
Algunas evidencias señalan incluso que cocinaban ciertos alimentos y usaban herramientas para procesarlos.

Fragmentos hallados en cuevas sugieren que asaban o hervían carne y raíces, y extraían médula ósea con piedras afiladas, lo que mejoraba la digestibilidad y el valor nutritivo de sus comidas.
¿Por qué importa hoy?
Comprender la dieta de los neandertales es clave para entender nuestra propia evolución biológica. Muchas adaptaciones digestivas recientes en Homo sapiens —la tolerancia a la lactosa, la amilasa salival para digerir almidones— pueden estar relacionadas con la dieta variada heredada de ancestros comunes con los neandertales.
Además, estos descubrimientos desafían la idea de que existe una “dieta paleo” única y universalmente saludable, recordándonos que la alimentación humana natural siempre ha sido diversa y dependiente del entorno.
Por ello, promueven una visión más flexible sobre la nutrición moderna, basada en la variedad, el acceso a alimentos naturales y la adaptación cultural.
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En una era marcada por dietas de moda y debates sobre lo ancestralmente correcto, los neandertales nos enseñan que la clave no es imitar ciegamente el pasado, sino valorar la capacidad humana para ajustarse y prosperar a través de la diversidad alimenticia.
Fuentes:
- Hardy, K. et al. (2012). “Neanderthal use of plants.” PNAS.
- Henry, A. et al. (2011). “Microfossils in Neanderthal dental calculus.” PNAS.
- Sistiaga, A. et al. (2014). “Molecular evidence of Neanderthal diet.” Nature.