Palm Springs vuelve a brillar. Enclavada en el Valle de Coachella, al pie de la imponente cadena montañosa de San Jacinto, la ciudad ha pulido su imagen de oasis modernista y destino de wellness con una oferta hotelera que combina diseño, confort y experiencias inmersivas en pleno desierto californiano.

Un legado de glamour, arquitectura y sol invernal
Desde mediados del siglo XX, Palm Springs atrajo a estrellas de Hollywood que buscaban privacidad y clima benigno.

Ese pasado dejó un patrimonio arquitectónico mid-century modern que hoy es parte del atractivo: líneas limpias, techos bajos, paredes de vidrio y paletas terrosas que dialogan con el paisaje. La Modernism Week, que cada febrero convoca a aficionados y expertos, ha convertido esa herencia en motor cultural y turístico.
Lea más: Savannah, Georgia: el pulso de un encanto sureño entre arquitectura histórica y jardines vivos
Con más de 300 días de sol al año y una temporada alta que se extiende de otoño a primavera, la ciudad se posiciona como refugio invernal.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

El verano, con temperaturas extremas, empuja a los resorts a replegar actividades hacia interiores climatizados y experiencias nocturnas.
Resorts de lujo: diseño, bienestar y privacidad
La oferta de alta gama ha evolucionado del clásico resort de golf hacia propiedades más íntimas y de diseño, muchas en edificios restaurados.

Piscinas enmarcadas por palmeras, spas orientados al bienestar integral, gastronomía de kilómetro cero y programas de arte in situ definen la experiencia. Suites con patios privados, fogateros y duchas exteriores capitalizan el clima seco y las vistas despejadas.
El auge de villas y bungalows —que promete la privacidad de una casa con servicios de hotel— responde a una demanda pospandemia por espacio y exclusividad.
Lea más: Charleston, Carolina del Sur: historia, playas y gastronomía sureña para viajeros culturales
Paralelamente, marcas boutique y colecciones independientes apuestan por estética retro-chic y servicio personalizado, mientras los grandes complejos mantienen el atractivo para golfistas y familias con clubes infantiles, canchas y amplias áreas comunes.
Bienestar, golf y desierto: el tríptico de experiencias

- Wellness: tratamientos con inspiración botánica del desierto, terapias de flotación, rituales con sal y programas de mindfulness se integran a gimnasios con luz natural y estudios al aire libre.
- Golf y tenis: el valle es uno de los mayores corredores de campos de golf en EE. UU., con torneos y escuelas de alto nivel. El renacimiento del pickleball ha sumado una nueva carta a los clubes.
- Naturaleza: senderismo en Indian Canyons y Tahquitz Canyon, paseos en el teleférico a la cima del Monte San Jacinto para huir del calor, y rutas en bicicleta entre barrios icónicos completan el menú.
Gastronomía y cultura: más allá de la piscina
La escena culinaria ha madurado con propuestas que van del californiano contemporáneo a cocinas latinoamericanas y mediterráneas, barras de coctelería con ingredientes del desierto y terrazas que capitalizan los atardeceres.
Museos como el Palm Springs Art Museum, galerías de diseño y un calendario robusto de eventos —de Modernism Week a festivales musicales en el valle— amplían el atractivo más allá del sol y la piscina.
Lea más: Ocho destinos familiares en Estados Unidos para aventuras inolvidables
Accesibilidad y economía del viaje
A 2–3 horas por ruta desde Los Ángeles y San Diego, y con un aeropuerto cercano de escala humana, el destino se presta a escapadas de fin de semana y estadías prolongadas.

Las tarifas hoteleras varían marcadamente por temporada: suben con la demanda invernal y durante grandes eventos; bajan en verano, cuando los paquetes con créditos de spa y gastronomía buscan compensar el calor extremo
