Venecia, la ciudad italiana de los canales, ofrece una postal inolvidable en cualquier estación. Pero en julio, cuando el turismo alcanza su pico, surgen dudas: ¿se disfruta o se padece? ¿El calor agobia? ¿Vale lo que cuesta? Estas son las opiniones más comunes entre quienes ya lo vivieron.
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Lo mejor de visitar Venecia en julio

Clima cálido y días largos: julio es sinónimo de verano pleno. Las temperaturas rondan los 30 °C y los días son extensos, ideales para recorrer la ciudad a pie, disfrutar un paseo en góndola o descansar en una terraza frente al Gran Canal.

Agenda cultural activa: julio marca el inicio o continuidad de grandes eventos como la Bienal de Arte, con pabellones y muestras repartidos por toda la ciudad. También hay conciertos, exhibiciones y actividades al aire libre que le dan vida a cada rincón.
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Vida nocturna más animada: las noches venecianas en verano invitan a quedarse. Bares con mesas sobre callejones o junto al agua, eventos musicales y un ambiente más vibrante de lo habitual ofrecen una faceta distinta de la ciudad.
Lo que menos convence a los viajeros
Alta concentración de turistas: julio es temporada alta. Las multitudes son constantes, especialmente en los puntos emblemáticos como la Plaza San Marcos, el Puente de Rialto o el interior de los museos. El ritmo de la ciudad cambia, y encontrar espacios tranquilos es difícil.
Precios más elevados: alojarse, comer y moverse por Venecia cuesta más en julio. La demanda eleva los precios y las mejores opciones se agotan rápido.

Viajar sin planificación puede resultar más caro de lo esperado.
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Calor y humedad: el verano veneciano no es solo caluroso, también es húmedo. Las calles estrechas y la falta de sombra agravan la sensación térmica. Muchos visitantes optan por evitar las caminatas en las horas centrales del día.