La primera editorial cartonera surgió en el barrio porteño de Almagro. En esos días, la crisis había llevado a muchos argentinos a sobrevivir recogiendo cartón para venderlo a empresas recicladoras. El desempleo había llenado las calles de ejércitos de recolectores que de noche y de madrugada recorrían las calles buscando en la basura algo que se pudiera vender. Las editoriales cartoneras fabrican libros artesanales con el cartón que les compran a estos recolectores. Al hacer libros con él, reivindican también el trabajo manual y la expresión individual frente a los criterios comerciales de la gran industria editorial. Desde el 2008, aproximadamente, el fenómeno empezó a extenderse y existen hoy editoriales cartoneras en Suramérica, Estados Unidos y Europa.