Tigres de cartón

La primera editorial cartonera surgió en el barrio porteño de Almagro. En esos días, la crisis había llevado a muchos argentinos a sobrevivir recogiendo cartón para venderlo a empresas recicladoras. El desempleo había llenado las calles de ejércitos de recolectores que de noche y de madrugada recorrían las calles buscando en la basura algo que se pudiera vender. Las editoriales cartoneras fabrican libros artesanales con el cartón que les compran a estos recolectores. Al hacer libros con él, reivindican también el trabajo manual y la expresión individual frente a los criterios comerciales de la gran industria editorial. Desde el 2008, aproximadamente, el fenómeno empezó a extenderse y existen hoy editoriales cartoneras en Suramérica, Estados Unidos y Europa.

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Aquella primera editorial, Eloísa Cartonera, la fundaron los poetas argentinos Washington Cucurto y Javier Barilaro en el 2003 y la llamaron «cartonera» porque compraron desde el comienzo el cartón a los «cartoneros». Fue ante el aumento de los costos del papel, la impresión de los libros, el cosido de las hojas y el plastificado de las tapas, que decidieron pagarles a los recolectores cinco veces más por kilo de cartón que lo que les pagaban los centros de reciclaje y utilizar esos cartones para encuadernar los libros.

De paso, contrataron cartoneros para ayudar a confeccionar los libros publicados por Eloísa Cartonera. Cada libro sería, pues, pintado a mano, y tendría un diseño único, hecho especialmente por un solo trabajador. «Así, muchos recolectores pasaron del subempleo en la basura al empleo formal en una biblioteca de cartón...», relata el escritor mejicano Hernán Bravo Varela en su artículo «Cartones de Abelardo y Eloísa» (Letras Libres, 8 de setiembre del 2009).

La primera editorial cartonera en Paraguay, creada en el 2007, fue Yiyi Jambo. También es la primera que no llevó el «apellido» familiar («cartonera»). Otro rasgo original de esta primera cartonera paraguaya es la presencia en sus libros del «portunhol selvagem», neolengua poética que asimila todos los idiomas de las zonas de frontera de Brasil y Paraguay, y de todo el mundo, rasgo que comparte con las otras dos cartoneras que la siguieron casi de inmediato en Asunción, Mburucujarami y Felicita.

Precisamente, el aspecto más lúdico, vital y propiamente artístico de la movida cultural propulsada por estas editoriales alternativas lo manifiesta el responsable de la última (Felicita Cartonera), el escritor Cristino Bogado, cuando declara en una entrevista: «Esto no es un negocio ni un apostolado: es diversión» (Zona de Obras, número 57, otoño del 2009).

Ilustrando eso, un hito singular que puso a Asunción a la vanguardia de los encuentros internacionales de este circuito tuvo lugar cuando, en el año 2011, el poeta paraguayo Édgar Pou organizó, en el Centro Cultural de la Ciudad «Manzana de la Rivera», la original, divertida y loca Primera Feria del Libro Cartonero del Mercosur.

juliansorel20@gmail.com

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