La Ley 6962/22 “Que regula la minería, comercialización, intermediación, intercambio, transferencia, custodia y administración de criptoactivos o instrumentos que permitan el control sobre criptoactivos”, que fue sancionada por el Senado en julio último, recibirá un veto total o parcial, pero no tendrá promulgación automática, aseguraron este lunes fuentes calificadas del Ministerio de Industria y Comercio.
El bitcoin, la moneda digital que tiene sus adeptos y críticos, fue creada en el 2008. Aunque tardó unos años en valorizarse en el mercado, llegó a su cotización más alta el pasado 10 de junio, al alcanzar los US$ 2962, es decir G. 16.291.000 por cada bitcoin, lo que le dio un nuevo impulso.
“Las tarjetas Visa y Mastercard permiten utilizar libremente sus servicios para las actividades de bitcoin”, afirma el usuario de esta criptodivisa, Nelson Cardozo. Indica que existen muchas tarjetas prepagas (emitidas en otros países) en las cuales se cargan los bitcoin, y estos después se dolarizan y se pueden efectivizar en cualquier comercio a través de los sistemas de terminales de punto de venta (POS) y cajeros automáticos (ATM) de la red Infonet.
Desde finales de mayo de este año, las empresas Autolandia y La Victoria Motors aceptan los bitcoin como parte de pago por los vehículos que venden. Paul Santander, de Autolandia, cuenta que hasta el momento vendió un vehículo con esta criptomoneda.
“No tenemos una postura definida (sobre los bitcoin). No hay información para poder opinar sobre lo que significa esto para el país, ni la cantidad de gente que usa esa moneda en el Paraguay”, señala Beltrán Macchi, presidente de Bancard y de la Asociación de Bancos del Paraguay.
El Banco Central Europeo (BCE) está haciendo un “trabajo experimental” con la misma tecnología que respalda a la moneda virtual bitcoin, pero necesita más análisis antes de sopesar su adopción, dijo un miembro del Comité Ejecutivo del banco. Un reporte del Banco de Pagos Internacionales publicado a fines del año pasado dijo que esta tecnología podría reducir la necesidad de intermediarios como bancos y cámaras de compensación y convertirse, incluso, en un “reto hipotético” para los bancos centrales.