Todo lo que necesitás saber sobre el microbioma vaginal y su rol en tu vida sexual

El microbioma vaginal, una compleja comunidad de microorganismos, desempeña un papel crucial en la salud sexual. Estudios recientes revelan cómo su equilibrio afecta el pH, la lubricación y la susceptibilidad a infecciones, resaltando su importancia en el bienestar femenino.

Un ginecólogo utiliza un modelo del útero femenino para tomar frotis ginecológico y determinar y caracterizar la microflora del tracto urogenital. Imagen ilustrativa.
Un ginecólogo utiliza un modelo del útero femenino para tomar frotis ginecológico y determinar y caracterizar la microflora del tracto urogenital. Imagen ilustrativa.Shutterstock

Qué entendemos por microbioma vaginal

El microbioma vaginal es la comunidad de microorganismos —principalmente bacterias— que habitan la vagina.

En muchas personas sanas predomina algún miembro del género Lactobacillus, capaz de producir ácido láctico y mantener un pH ácido. Ese entorno dificulta el crecimiento de patógenos y se asocia con menos inflamación local.

Investigaciones publicadas en revistas como Nature Medicine y Cell describen varios “tipos” de microbioma vaginal, algunos dominados por lactobacilos y otros más diversos, con mayor presencia de bacterias anaerobias.

El rol del pH y los lactobacilos

Un pH vaginal típicamente entre 3,8 y 4,5 favorece a los lactobacilos y protege la mucosa.

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Diagnóstico de vaginosis bacteriana. Imagen ilustrativa.
Diagnóstico de vaginosis bacteriana. Imagen ilustrativa.

Cuando el equilibrio se rompe —un cuadro conocido como vaginosis bacteriana— el pH sube, aparecen olores fuertes y aumenta el riesgo de irritación.

Guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan que la vaginosis bacteriana eleva la probabilidad de infecciones de transmisión sexual y de recurrencias de molestias locales.

Placer, lubricación y dolor: los vínculos fisiológicos

El placer sexual depende de múltiples factores: psicológicos, relacionales, hormonales y fisiológicos. El microbioma interviene en al menos tres dimensiones:

  • Lubricación: un epitelio sano y poco inflamado retiene mejor la humedad. La disbiosis puede asociarse con sequedad y ardor.
  • Sensibilidad: la inflamación crónica sensibiliza terminaciones nerviosas, lo que puede traducirse en dolor durante la penetración (dispareunia).
  • Olor y autopercepción: cambios en olor y flujo impactan en la comodidad y la confianza, con efectos indirectos sobre la excitación.

Revisiones en The Lancet y en la base Cochrane han vinculado estados inflamatorios vaginales con mayor dolor y menor satisfacción sexual. No equivalen a una relación causa-efecto única, pero sí señalan una vía biológica plausible.

Hormonas, ciclos y anticonceptivos

Estrógenos más altos engrosan el epitelio y aportan glucógeno, que alimenta a los lactobacilos. Etapas de hipoestrogenismo (posparto, lactancia, perimenopausia) pueden acompañarse de menos lactobacilos y mayor sequedad.

Algunos anticonceptivos hormonales se asocian con cambios en el microbioma; la evidencia es heterogénea según formulación y vía, por lo que sociedades como ACOG recomiendan evaluar caso por caso, priorizando el método que mejor se adapte a cada usuaria.

Sexo, preservativos, lubricantes y juguetes

La actividad sexual modifica transitoriamente el pH y la composición bacteriana. El uso de preservativo reduce el intercambio de fluidos y puede favorecer la estabilidad del microbioma.

Con lubricantes, las guías de la OMS sugieren opciones isotónicas y con osmolaridad baja a moderada para minimizar irritación; algunos geles muy hiperosmolares pueden dañar la mucosa.

Por otro lado, el material de juguetes y su higiene importan: la limpieza con agua y jabón suave y el secado completo disminuyen el riesgo de disbiosis.

Antibióticos, duchas vaginales y “probióticos”: qué dice la evidencia

  • Antibióticos: necesarios para tratar infecciones específicas, pero también pueden alterar los lactobacilos. Tras un tratamiento, no es raro notar cambios temporales en flujo u olor.
  • Duchas vaginales: desaconsejadas por OMS y CDC; aumentan el riesgo de vaginosis bacteriana y de infecciones ascendentes al alterar el pH.
  • Probióticos: la evidencia es mixta. Algunas cepas de Lactobacillus administradas por vía vaginal muestran beneficios en la reducción de recurrencias de vaginosis como coadyuvantes del tratamiento antibiótico. Los suplementos orales tienen resultados más variables. Expertos recomiendan verificar la cepa específica, dosis y forma de administración estudiada antes de comprarlos.

Diversidad, ITS y salud pública

Un microbioma dominado por lactobacilos se asocia con menor riesgo de VIH, VPH y otras ITS, según metaanálisis citados por la OMS.

La relación no es absoluta: prácticas sexuales, uso de preservativo, acceso a diagnóstico y tratamiento, y determinantes sociales pesan tanto o más. Aun así, la salud del ecosistema vaginal es un componente relevante de la salud sexual integral.

Qué podés hacer hoy

  • Evitar duchas vaginales y productos perfumados intravaginales.
  • Priorizar preservativo y acordar métodos combinados según necesidad.
  • Elegir lubricantes de baja osmolaridad y sin irritantes; probar compatibilidad con preservativos.
  • Consultar ante cambios persistentes en olor, picazón o dolor; el autodiagnóstico suele fallar.
  • Si usás antibióticos o estás en etapas de cambios hormonales, hablar con profesionales sobre manejo de sequedad o dolor.
  • Desconfiar de productos “detox” o “equilibrantes” sin respaldo clínico; buscar información en fuentes como OMS, CDC y sociedades ginecológicas.
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