Durante siglos, la sexualidad femenina fue contada por otros. Vista desde los ojos del varón heterosexual, construida bajo guiones que priorizaban el deseo masculino y centraban el sexo en la penetración, esa mirada externa moldeó una historia sesgada y reduccionista. Las consecuencias fueron claras: placer escaso, culpa frecuente y dolor normalizado.
Investigaciones actuales confirman lo que muchas mujeres ya intuían: en relaciones heterosexuales cisnormativas, la desigualdad también se manifiesta en la cama.
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El deseo femenino fue desdibujado, el orgasmo visto como un misterio y el dolor durante el sexo, naturalizado. Todo esto generó una narrativa donde, si algo no funcionaba, el problema parecía estar en la mujer, no en el sistema.
Activismo queer: nuevas formas de habitar el deseo
El movimiento LGBTQ+ no solo transformó derechos y visibilidad, también desafió la manera en que concebimos el sexo.

Al flexibilizar los roles de género y dar lugar a relaciones más diversas, impulsó prácticas afectivas y eróticas centradas en la comunicación, el consentimiento y la autenticidad.
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Modelos como la no monogamia ética, el “sex-positive movement” o el juego sin guiones rígidos ganaron terreno fuera del mundo queer. Y con ellos, creció la idea de que el placer no es un privilegio, sino un derecho compartido.
Sexo entre mujeres: más orgasmos, más diálogo, menos presión
La ciencia también lo dice: el sexo entre mujeres muestra niveles más altos de satisfacción. Según Archives of Sexual Behavior, el 86% de las lesbianas llega siempre o casi siempre al orgasmo. Entre mujeres heterosexuales, ese número baja al 65%.

Las razones son estructurales, no biológicas: mayor duración del encuentro, menos urgencia por “terminar”, más escucha activa, más juego previo.
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Otro estudio, publicado en The Canadian Journal of Human Sexuality, muestra que las relaciones sexuales entre mujeres suelen durar más tiempo, lo que se traduce en más oportunidades de disfrute sin apuro.
Calidad antes que cantidad
Aunque tienen menos sexo en términos de frecuencia, las parejas lesbianas reportan mayor satisfacción general, según el Journal of Sex Research. ¿La clave? Comunicación, variedad de prácticas y atención al placer mutuo. Menos presión, más conexión.
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Lecciones para el sexo heterosexual
- Escuchar importa: entender los tiempos y necesidades de la pareja transforma el vínculo sexual.
- Diversificá las prácticas: sexo no es sinónimo de penetración. La estimulación oral, manual, la masturbación mutua o los juguetes pueden ser más eficaces y placenteros.
- El juego importa tanto como el clímax: el placer femenino se potencia con un ritmo sin apuros y una mayor conexión emocional.
Educación sexual: la gran deuda
La falta de información clara, inclusiva y basada en evidencia sigue afectando el bienestar sexual de millones. La exploración con juguetes, la consulta con profesionales en sexología o psicología, y el acceso a recursos fiables pueden marcar una diferencia real.
Lo que dice la ciencia sobre el placer femenino
- La masturbación regular favorece el autoconocimiento sexual y mejora las relaciones.
- La comunicación sexual mejora significativamente la satisfacción de pareja.
- El 70% de las mujeres necesita estimulación directa del clítoris para alcanzar el orgasmo.
Romper el guion para escribir otro
Hablar de sexo desde el deseo y no desde el mandato es una forma de empoderamiento. Mirar otras experiencias —como las de mujeres que tienen sexo con mujeres— permite cuestionar los guiones heredados.
El movimiento LGBTQ+ no solo abrió puertas: también mostró que hay otras formas de habitar el cuerpo, el deseo y el placer. Y esas formas pueden enriquecer a todos, sin importar a quién amemos.
Fuente: El Mundo España