Cuando el deseo no coincide: cómo navegar las diferencias sexuales en pareja
¿Es normal tener menos deseo que tu pareja? La respuesta corta: sí, es normal. La larga, como suele pasar en los vínculos, requiere un poco más de contexto.
El deseo sexual no siempre aparece al mismo tiempo, con la misma intensidad, ni responde a lo mismo. Cada persona vive el deseo a su manera, influida por su cuerpo, su historia, su presente emocional. Estrés, hormonas, cansancio, autoestima, o rutina, todo eso juega un papel importante.
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Desde el punto de vista biológico, los niveles hormonales —como la testosterona, en hombres y mujeres— pueden marcar una diferencia.
Y ni hablar de los efectos secundarios de ciertos medicamentos, el paso del tiempo o problemas de salud.

Pero no todo es fisiología: lo emocional pesa tanto o más. Una mala racha laboral, un conflicto sin resolver o una herida vieja mal cerrada pueden hacer que el deseo se esconda por un tiempo.
En una relación, estas diferencias pueden generar malestar si no se hablan. Y ahí está el verdadero punto clave: la comunicación.
No se trata de forzar sincronías imposibles, sino de entenderse. Hablar sin culpas, sin juicios, con empatía. Escuchar al otro, compartir cómo se siente uno. Porque el deseo, aunque íntimo, también se construye de a dos.
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La frecuencia ideal
Los especialistas coinciden en algo fundamental: no hay una frecuencia “correcta” ni un estándar universal. Lo que importa es que ambos se sientan cómodos y respetados.
Y si las diferencias se vuelven un conflicto recurrente, pedir ayuda no es un fracaso, sino una muestra de cuidado. Un terapeuta puede ofrecer herramientas para encontrar un nuevo equilibrio.
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También vale recordar que la intimidad no siempre es sexual. A veces, un gesto tierno, una conversación honesta o una risa compartida pueden reforzar el vínculo mucho más que una noche en la cama.
Cada pareja es un mundo. Lo importante es construir el propio mapa, sin comparaciones, sin recetas mágicas, con paciencia y complicidad.