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A algunos les satisfacen más ciertas posiciones, a otros les gustan los juegos de roles o le dan más importancia a la previa que al acto sexual en sí. ¿Existe una influencia biológica a la hora de desarrollar nuestros gustos en la cama?
Cada individuo nace con un conjunto único de predisposiciones que pueden inclinar su gusto por ciertas experiencias sensuales. Las diferencias genéticas pueden influir en la forma en que las personas responden al entorno, incluyendo las experiencias sexuales.
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La química cerebral también juega un papel importante, con neurotransmisores como la dopamina y la serotonina afectando la percepción de placer.
¿Y las hormonas? Hormonas como la testosterona y el estrógeno influyen directamente en el deseo sexual y pueden determinar la intensidad y frecuencia de las fantasías y preferencias sexuales.
Cambios hormonales, como aquellos que ocurren durante diferentes etapas de la vida (adolescencia, embarazo, menopausia), también pueden alterar temporalmente el gusto sexual.
Factores psicológicos que influyen en nuestros gustos
Nuestras primeras experiencias sexuales a menudo sientan las bases de lo que consideramos placentero o excitante. Las memorias agradables pueden reforzar ciertos comportamientos, mientras que las experiencias negativas pueden generar aversiones.
El condicionamiento pavloviano incluso puede hacer que asociemos estímulos no relacionados con respuestas sexuales. El condicionamiento pavloviano, también llamado condicionamiento clásico, es un tipo de aprendizaje asociativo descubierto por el fisiólogo ruso Iván Pavlov. Se basa en la idea de que un organismo puede aprender a responder a un estímulo que originalmente no provocaba esa respuesta, mediante la asociación repetida con otro estímulo que sí lo hace.
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Por supuesto, la personalidad de una persona puede influir significativamente en sus preferencias sexuales. Por ejemplo, individuos con una alta necesidad de novedad pueden buscar experiencias más excitantes y variadas. Además, el nivel de autoestima también es crucial; aquellos con una imagen positiva de sí mismos pueden estar más abiertos a explorar y comunicar sus deseos.

Algunas personas encuentran placer en dinámicas de poder, como el BDSM, porque les permite explorar el control o la vulnerabilidad en un ambiente seguro.
Por el contrario, para otros, un acto puede ser excitante si se asocia con cariño o afecto. Nuestro cerebro funciona por asociaciones. Si una experiencia sexual está ligada a un recuerdo intenso y positivo, es probable que ese recuerdo se active en el futuro y haga que el acto sea más excitante. Por ejemplo una primera vez con alguien especial que generó una gran conexión, una experiencia en un lugar inusual o inesperado que produjo adrenalina, o un momento donde te sentiste especialmente deseado/a o seguro/a.
Cada vez que un estímulo (una caricia, una palabra, un aroma) recuerda ese momento, el cerebro puede revivir parte del placer original, intensificando la experiencia.
Contexto socio-cultural
Las normas culturales y sociales también desempeñan un papel vital en la formación de las preferencias sexuales. La exposición a diversos medios de comunicación y la educación sexual recibida pueden moldear las expectativas sobre lo que es “normal” o “aceptable”.
Las normas culturales pueden afectar el grado de apertura con el que una persona puede expresar sus deseos. Lo prohibido suele ser atractivo. Algunas personas desarrollan gustos sexuales que desafían las normas establecidas porque generan una sensación de transgresión o adrenalina.

Además, la exposición a ciertas imágenes o narrativas influye en las expectativas y preferencias sexuales.
Muchas veces, nuestras preferencias sexuales se desarrollan y evolucionan a través de interacciones con nuestras parejas. La comunicación abierta y el intercambio constante sobre lo que es placentero fortalecen y diversifican la vida sexual. Las dinámicas de poder y la confianza también son importantes, ya que pueden influir en la disposición a experimentar.