Los esteños tienen de nuevo la ocasión de clausurar la puerta de la ciudad a quienes, por mucho tiempo, abusaron de ella de la manera más escandalosa. Quedan tres meses para que las fuerzas democráticas se organicen y cierren el camino a la prepotencia, la soberbia, el enriquecimiento ilícito. Ciudad del Este creció con el trabajo y algunos esteños también crecieron con el trabajo, pero ajeno. Engordaron con el sudor del prójimo.
Desde el momento en que Prieto se alzó contra el cartismo, su suerte estaba decidida. Los planes para desprenderse de él se aceleraron, y fueron decisivos, cuando reveló el costo real de los pupitres chinos. El país sospechaba del gigantesco sobreprecio y pronto tuvo las pruebas. Hubo protestas, denuncias, pataleos. Nada. En la República de Itaipú nadie entra. Tiene su territorio cerrado con elevadas murallas de hormigón y de dólares. Son tan soberbias sus autoridades que viven de espaldas al futuro. Creen que reinarán por siempre; que nunca llegará el tiempo de la revisión de sus actos. Ese tiempo está en manos de la ciudadanía, cada vez más consciente de su poder y de la humillación a la que se la somete a diario.
El martes, Diputados nos ofreció su habitual espectáculo de autoritarismo e hipocresía. Causó mucha risa algunos parlamentarios que se ponían serios para decirnos que su voto por la destitución de Prieto era un acto patriótico. Hemos escuchado, por ejemplo: “Hoy vamos a lograr la destitución de alguien que ha pisoteado la voluntad del pueblo, dañando la administración y la imagen de Ciudad del Este. Ha mancillado todo lo que tiene que ver con la democracia y la transparencia. Se ha malversado el dinero de los esteños y llenó de nepotismo la institución”.
Emocionan estas palabras. Nos remiten a los próceres de la democracia, la decencia, la honestidad. ¿Quién las pronunció? El diputado cartista, Yamil Esgaib. ¿Y quién es Yamil Esgaib? El pasado domingo, en este mismo espacio, transcribí un párrafo de la “solicitada” firmada por el señor Antonio Tardivo. Contó a la opinión pública que es propietario de un inmueble en Ciudad del Este que le había alquilado a Esgaib por un año en el 2019. “No sabía que era la peor decisión de mi vida –dice el señor Tardivo- pues estaba firmando contrato con una persona que había sido no se caracteriza por su comportamiento de buena fe, tiene idéntico inconveniente con el Club Guaraní, se rehúsa a entregar el espacio ajeno, se atrinchera en el inmueble de los locatarios que inocentemente contratan con él, no paga alquiler pero él sigue lucrando con sus actividades”. Agregó que hace cinco años y medio pidió auxilio a la justicia. Y nada, desde luego, pues tiene el apoyo de su movimiento, Honor Colorado.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Si Miguel Prieto es un delincuente está bien que se lo destituya y vaya a la cárcel. El problema es que se sabe solamente la versión de sus enemigos. No se le dio a Prieto la ocasión de defenderse. No se le quiso escuchar. El derecho a la defensa es una antigua institución en todo el mundo civilizado. Como otras veces, cuando se trata de algún opositor que molesta, se atropella la Constitución con la idea de apartarlo de la vida política. Para peor, con la complicidad de la Corte Suprema de Justicia como el caso de la exsenadora, Kattya González, cuyo reclamo duerme en la gaveta de algún ministro.
Mientras los delincuentes se alzan como defensores de la democracia y la moral pública, nuestro país seguirá tan mal como hoy. Por desgracia, se cumple la promesa cartista de “vamos a estar mejor”. Y lo están.
alcibiades@abc.com.py