Soberbia, falta de empatía y pusilanimidad

“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra (…) elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. Winston Churchill. Octubre de 1938.

Gobernó Roma entre el 534 al 509 antes de Cristo un rey que por nombre tuvo el de Tarquino el Soberbio. Fue el ultimo rey de Roma. Tarquino, se caracterizo por el uso del poder con violencia, opresión y arrogancia, de ahí el Soberbio. Empatía, humildad, modestia y sencillez nunca las tuvo. De hecho, gobernó para beneficio personal y su corte de adulones y pusilánimes.

La soberbia es un sentimiento de estimación de uno mismo por encima de los demás, en particular lleva el menospreciar. El soberbio cree que su posición le confiere una supremacía innata sobre los demás. La soberbia hace al soberbio apartarse de las realidades diarias ya que no escucha, sino que impone no solo su parecer, sino su propia agenda. No considera a otro.

La soberbia en la clase política paraguaya es un fenómeno que ha estado presente y la sigue tan campante a lo largo de la historia, tanto es así que aquella no solo los hace alejarse de la realidad menospreciándola, sino de carecer de la mínima sensación de humildad. Muestran el más mínimo sentido de modestia y sencillez al colmo de muchas veces superar el límite de lo soportable. Carecen igualmente de empatía, prácticamente sin ápice alguno.

La empatía es entendida como la capacidad de comprender. Concretamente podría entenderse como “ponerse en los zapatos de la otra persona”, “en el lugar de otro”, de comprenderlo. Los romanos crearon el término “magnanimu”’ (magnánimo) para referirse a todo lo contrario, a aquel que tenía gran alma, espíritu y valor.

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En la política la empatía envuelve no solo la comprensión de las necesidades de los ciudadanos, sino además la capacidad de los políticos para “ponerse en el lugar” del otro y tomar decisiones que manifiesten ese entendimiento. Lamentablemente los políticos de nuestro medio, en particular los que responden a la ANR, siquiera exteriorizan mínimamente empatía; no escuchan ni les importa los desasosiegos del ciudadano conllevando tal actitud a que este, el que todos los días rema, el que no cuenta con odiosos e inconstitucionales privilegios, aunque los solventa, los perciba distantes, inclementes y aislados de la realidad. Son sus intereses los que están más allá del bienestar general de la población a la que, en teoría, deberían representar. Están más preocupados, prácticamente enfrascados, en fortalecer sus emolumentos a cuyo efecto, inclusive, incurren en la pusilanimidad.

Pusilánime, proviene del latín “pusillanimis”, que está compuesta por “pusillus” ; pequeño, y “animus” (ánimo, valor). En la antigüedad dicha expresión fue para referir a quien carece de valentía y determinación, al que muestra debilidad de carácter. Así también a aquella persona con la falta de compromiso, de coraje, de restringido recato o escrúpulo.

La pusilanimidad también es un fenómeno presente in crescendo en el actuar de los políticos de nuestro medio. No osan ir contra el mandato de sectores políticos advenedizos o de poderes económicos fácticos o de negociados. Están vacíos de coraje en particular cierto sector político plenamente identificado que adula vergonzosamente al poder fáctico evidenciando sin rubor la pusilanimidad. Están dispuestos a hacer lo que sea necesario, a cumplir la orden con el objetivo de seguir con privilegios o llevar a cabo ne gociados, ser parte de la repartija. Sobradas muestras las tenemos casi diariamente al como de que hasta a niños ya inculcan ese actuar.

De muestra vale un botón. “No acataremos en caso de que la Corte Suprema falle a favor de la ex senadora Katty González”

“La próxima les ira peor”. “A pedido del Ejecutivo aplazan dar mas dinero para el Incan”. “El pueblo puede optar por el puchero o carne para guiso y no necesariamente apuntar al prémium”. “Que problemas de salud puede traer el despertarse más temprano”.

“Salir a gastar en latte (de) vainilla y cheesecake es lo que hace una sociedad que está viva, que se da los gustos, que apuesta por el trabajo, la cultura y el encuentro”.

“Yo muevo la colita cuando lo veo (…) si yo soy perrito, está en mi curu...”

Definitivamente los políticos deben estar conectados con el ciudadano y estar al servicio del mismo no imponer su soberbia, exteriorizar su falta de empatía y actuar cuan pusilánimes. Si no atienden las inquietudes de los ciudadanos, corren el riesgo de ser vistos como inclementes y desconectados de la realidad.

aamonta@gmail.com

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