Siguiendo su lógica, señor presidente, el Alto Paraguay es un pueblo que desde hace décadas está pereciendo. Su reciente aislamiento, que se prolongó por más de 90 días, así lo confirma. En estas condiciones, en las que sus pobladores viven de forma permanente en un aislamiento total, resulta lógico que no puedan prosperar, ya que no están conectados con el resto del país. Coincidimos plenamente con la filosofía expuesta por el primer mandatario, por lo que recordamos al presidente Peña que salir de este aislamiento, de este largo retroceso que sufren las familias del Alto Paraguay, depende exclusivamente de la decisión que pueda tomar su gobierno en relación a la licitación para asfaltar los caminos del departamento.
Los que se conectan, prosperan. Desde hace décadas, los pobladores de esta región chaqueña claman a las autoridades por la posibilidad de estar conectados con el resto del país, pues es la única forma de acabar, de una vez por todas, con el sufrimiento que enfrentan las familias durante los periodos de aislamiento.
¿Cómo se puede hablar de algún intento de desarrollo si las personas quedan atrapadas, sin poder desplazarse durante tanto tiempo? Los productores no pueden sacar sus animales hacia los centros frigoríficos, todo se paraliza. Claro que tiene razón, señor presidente: no se puede continuar viviendo aislados, como una isla, en pleno siglo XXI.
Señor presidente, deje de pronunciar solo bellas frases y proceda a convertir en realidad estas verdades. Todo un departamento como el Alto Paraguay, donde viven personas laboriosas que sostienen la presencia de soberanía en estas tierras regadas por sangre, clama por salir del aislamiento. De usted depende agilizar el llamado a licitación para asfaltar el camino que llega hasta Fuerte Olimpo.
Así como usted menciona que la historia nos enseña, una y otra vez, sobre la necesidad de estar conectados como pueblo y como sociedad, la historia también le recordará como un gobernante patriota que apostó por acabar con el sufrimiento de los chaqueños al concretar el tan anhelado camino asfaltado. De lo contrario, pasará a engrosar la lista de gobernantes ineptos a quienes no les importó el padecimiento de estos compatriotas.