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El hecho reconocido por Brasil señala que durante el mandato de Jair Bolsonaro, Paraguay fue espiado en momentos clave de la negociación sobre Itaipú. Esta negociación no es una más en la agenda, sino que es vital importancia para el futuro de Paraguay, aparentemente queriendo ser truncado por Brasil.
El eco de esta noticia generó tensión. Paraguay convocó al embajador brasileño y suspendió las negociaciones sobre Itaipú. Este espionaje no fue un simple gesto de desconfianza; fue una maniobra para obtener ventaja en un acuerdo que afecta los intereses más sensibles.
El espionaje, en este contexto, es una amenaza contra la dignidad de todo un pueblo y de su futuro. Es un mensaje sucio que, además de poner en jaque la soberanía paraguaya, apeligra la estabilidad y la confianza de toda la región. ¿Pero quién quiere confiar en un país que espía?
Si en este caso Paraguay actúa con tibieza, sería enviar un mensaje de que acá se puede espiar, manipular y presionar sin consecuencias.
La historia enseña que los países que renuncian a defender su soberanía terminan perdiendo el respeto ajeno y la confianza de su pueblo. Un ejemplo de esto es el caso de Checoslovaquia en 1938. Durante la firma de los Acuerdos de Múnich, las potencias europeas, bajo amenaza de guerra, permitieron que la Alemania Nazi se anexara los Sudetes, una región checoslovaca, sin que el propio país afectado participara en la negociación. Aceptar la imposición extranjera en nombre de una paz no evitó la tragedia: Checoslovaquia perdió su soberanía, fue invadida poco después y su pueblo quedó sometido y desmoralizado.
En este momento crítico, Paraguay debe recordar que la soberanía no se negocia. Sin respeto mutuo, no hay verdadera alianza; hay una simple imposición brasileña disfrazada de una “amistad” espiada, en todos los sentidos.
Se trata de dejar en claro que las bases de cualquier cooperación deben ser el respeto mutuo y la transparencia, sin jugar sucio. Porque si la confianza entre estas naciones se quiebra, ni la energía de Itaipú ni el comercio fronterizo podrán salvar su deterioro. Asimismo, Brasil también debe dejar de jugar sucio y negociar como caballeros.
Paraguay es un país soberano, y su dignidad no está en venta. O defendemos nuestro derecho a decidir libremente, o seremos cómplices de nuestra propia subordinación.
jose.peralta@abc.com.py