El berretín de matar al mensajero

Al parecer, la amenaza a la libertad de prensa es cosa de antaño; podríamos decir, desde la antigüedad.

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Existió un rey llamado Tigranes I de Armenia. Este gobernó entre los años 115 a. C. y 95 a. C. Se cuenta que Tigranes, ante las malas noticias, de las que le hizo saber un correo, ordenó decapitarlo tras recibir esa. No le gustó la noticia. A consecuencia de tal proceder y reacción surgió una expresión que nos llega hoy: matar al mensajero, que equivale a mancillar si no perseguir a periodistas ante las indagaciones o investigaciones o reclamos hechos por estos al poder, a efectos de transmitir a la ciudadanía lo que sus mandatarios hacen o se abstienen de hacer o cuando en turbiedades algo ocultan. Innegablemente aquella reacción del citado Tigranes parece ser que se conserva indemne en la actualidad, al menos en nuestro medio.

No pasan desapercibidas las expresiones y deseos ya recurrentes de ciertos legisladores componentes del movimiento Honor Colorado que se van de boca y desprecian la libertad de prensa, a la que consideran el mal cuando esta desnuda las componendas y chanchullos de los mismos por lo que creen conveniente, más que reglamentar, sesgar la garantía constitucional de la libertad de prensa desconociendo, lo que los inhabilita como legisladores, la norma del Art. 26 de la Constitución paraguaya en cuanto a que esta garantiza sin censura la libre expresión y la libertad de prensa, vedando de forma expresa y contundente la posibilidad de legislar para censurarla. Es que para aquellos todo lo que esté fuera de su control, pensamiento, ideología o creencia, no puede ser objeto de conocimiento por parte del común a través de la prensa. Para quienes detentan el poder, parece ser, por la forma en que actúan al respecto, que les es más fácil y saludable atacar a quien transmite el mensaje que asumir su contenido y actuar en consecuencia. Están para matar al mensajero.

Desconocen o, para mejor, les aborrece, de ahí los intentos de acallar a la prensa, que la libertad de prensa forma parte esencial de las sociedades democráticas. Con ella se garantiza el derecho de investigar, indagar y, en particular, difundir informaciones e ideas de toda naturaleza, sin consideración de fronteras, raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas. La prensa tiene la obligación de transmitir, de proporcionar información de interés general o relevancia pública, para que las sociedades sean más libres y críticas, mal les pese a los censores. La prensa no está para congraciarse con el poder de turno.

La libertad de información es una de las condiciones imprescindibles de una democracia. Es que sin una prensa libre, que informe con dureza y vigile las arbitrariedades del poder, la democracia de ningún país está consolidada. Todas las sociedades tienen el derecho universal a la comunicación social, a la expresión de ideas, a ser informadas a través de los medios de comunicación masiva, lo cual debe ejercerse libremente, sin intrusiones ni censura por parte de los Estados o del poder político, menos del crimen organizado. Lo inverso es ir contra la función principal del periodismo, cual es informar lo que sucede en el entorno político, económico y social.

La libertad de prensa, la de expresión y el acceso a la información, deben de una vez por todas los trogloditas entender, son tres derechos de la ciudadanía que están ligados a la profesión periodística.

Lastimosamente nuestro país, pese a contar con una Constitución que garantiza la libertad de prensa sin censura esta se halla bajo fuego de autoritarios atacando, acosando y persiguiendo de forma sistemática a los periodistas de investigación, todo ello para frenar el acceso del ciudadano a las noticias e información publicadas.

aamonta@gmail.com

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