Empoderadas y decididas

Después de haber suspendido el concierto el día anterior a causa de la lluvia, el viernes pasado el estadio que sirvió de escenario para la actuación de la cantante colombiana se vio repleto con casi 60 mil personas. Ese día, los fans de La Bichota, en su mayoría mujeres luciendo un outfit colorido y desenfadado, bailaron y corearon a rabiar los temas de la artista, que se ha ganado el corazón de un enorme público en América Latina, siendo también aclamada en Europa.

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En lo que a producción artística musical se refiere, Colombia es un fenómeno digno de estudio: Cada par de años lanza al mercado un nuevo cantante que se suma al amplio abanico ya existente. La gracia, ritmo contagiante y cadencia caribe se suman al profesionalismo en cada uno de ellos, que encontrará adherentes en un público ávido de novedades y, dependiendo del estilo que rodea a cada artista y al tenor de sus canciones llamará más la atención a tal o cual segmento.

En el caso de Carolina Giraldo Navarro, más conocida como Karol G, la cantante tomó como propia la bandera del empoderamiento femenino, tema muy en boga en los últimos tiempos y que, como todo fenómeno social, genera comentarios a favor y en contra. Y en uno como en el otro caso, la discusión y el debate, dentro de ciertos parámetros, serán siempre sanos y enriquecedores.

Yendo al significado y alcance del empoderamiento, una definición bastante aceptada es “el proceso a través del cual las personas o comunidades se dan cuenta de la capacidad que tienen para influir y participar en la toma de decisiones sobre las cuestiones que les corresponden y la utilizan a través de diferentes mecanismos individuales, pero sobre todo sociales, para generar cambios positivos”.

Somos, y de esto no cabe ninguna duda, una sociedad marcadamente machista. Una sociedad en la que, aún, las mujeres ganan menos que los hombres realizando las mismas tareas. También, se sigue recriminando a las mujeres por lucir prendas de determinado tipo, y a muchos molesta cuando ocupan cargos de relevancia. Esto, sólo por mencionar algunos aspectos, que gradualmente se van superando, más rápido en áreas urbanas que en rurales. En estas últimas, en general, la mujer no puede ejercer sus derechos de la misma forma que el varón.

Estas asimetrías sociales, matices de un machismo arcaico que aún traza sus pinceladas sobre los paraguayos, tienen como único origen y explicación la ignorancia y -lamentablemente- circunstancias históricas con las que aún se trata de justificar la figura preminente del varón en la sociedad paraguaya, están siendo paulatinamente superadas. En este proceso de cambio de estructura mental que deviene luego en el cambio social, se dan muchas veces excesos, perfectamente entendibles y que se pueden atribuir a reacciones normales de un grupo que estuvo subyugado por largo tiempo y hoy tiene que administrar esta nueva libertad e igualdad de oportunidades.

Comentando el concierto y algunos de sus pormenores, en un intercambio de pareceres que tuvo lugar en un lugar de trabajo un señor, de más edad que la mayoría de las mujeres presentes, manifestaba su preocupación por la letra de muchas de las canciones del repertorio el viernes pasado. “Me parecen despectivas hacia la propia mujer” -decía- “y en mi humilde opinión el empoderamiento femenino pasa por promover muchos otros aspectos, pero percibo que aquí se las sexualiza demasiado”.

Las colegas más jóvenes concordaron en que sí, de pronto como que la letra de las canciones estaba muy direccionada en ese sentido, pero agregaron para aclararle mejor el tema al colega, que “quizás no debas tomar todo tan textualmente, las chicas fueron a divertirse, y esta es una tendencia que no va a durar demasiado”.

Las manifestaciones artísticas siempre marcharon de la mano con el sentir, las dudas, creencias y también temores de la gente. A lo largo de la historia, la alegría y la victoria, pero también el miedo y el fracaso, se vieron representados de distintas maneras. Podemos aprobar algunas y gustarnos menos otras, de hecho, nunca vamos a estar de acuerdo en todo, y está muy bueno que sea así.

No obstante, y al margen de que no todas las exteriorizaciones del empoderamiento, tanto femenino como también de otros sectores históricamente relegados van a agradar o ser aprobados por todos, hay que analizarlos desde varios puntos de vista. Si de algo podemos estar seguros, es de que los cambios vendrán. Y ninguna actitud es más positiva ni tiene mayores posibilidades de éxito que nadar hacia la meta final aprovechando siempre la corriente a favor.

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