Un sentimiento oscuro: la envidia

Pero uno de los juegos mas tóxicos es el de la envidia. El catolicismo considera a la envidia como uno de los sietes pecados capitales además de la lujuria, gula, pereza, avaricia, soberbia e ira. Este sentimiento oscuro es detonado porque los logros y éxitos de alguien próximo y con cierta relación al envidioso, le muestra la propia incapacidad o aptitud para ese logro. Entonces, el envidioso inicia una serie de descalificaciones al envidiado en el intento de destruirlo, porque tan minúsculo se siente, tan impotente frente al éxito del otro, que necesita socavarlo hasta reducirlo y dejarlo de rodillas para sentirse superior.

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La envidia, un pecado capital

Pero la envidia no solo es codiciar lo que tienen los demás, cosa bastante natural (sobre todo cuando uno tiene poco de eso que se codicia), sino lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el envidiado no tenga lo que tiene, de que no sea real su éxito. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.

El envidioso se convierte en un satélite del envidiado y lleva por dentro su dolor, puesto que si lo hiciese explícito sería declarar su inferioridad. La envidia es el sentimiento de desagrado por no tener algo y además el afán de poseer ese algo hasta lograr privar al otro de ese algo. A veces el envidiado ni se entera de los sentimientos dolientes del envidioso. Nadie dice ¡Yo te envidio! Porque el envidioso intenta ocultar sus emociones y prefiere no demostrar su minusvalía y operar con sarcasmo y desvalorización al éxito de su interlocutor. Manifestar o explicitar la envidia sería un síntoma de salud. En el ámbito laboral, cuando el jefe envidia a su subordinado (el superior sobre el inferior), las conductas envidiosas son mas complejas y ensortijadas, más aún cuando el subordinado es lindo, atractivo e inteligente, todas virtudes que a los ojos del envidioso se halla amplificadas.

Un recurso del envidioso consiste en señalar que el envidiado: llegó hasta donde llegó por conexiones políticas, o porque sale con el gerente, o que detrás de su apariencia de chica inteligente, hay un drama familiar, ¡Uh esto le durará poco porque subió demasiado rápido! Un jugador de futbol envidioso no pierde ocasión para descalificar como juega el envidiado o incluso de manera tímida o inocente darle una buena patada

La envidia no respeta lejanía ni cercanía afectiva. La envidia entre amigos o hermanos, es doblemente una apuesta a esos sentimientos oscuros. De cara al éxito del cercano afectivo, el envidioso desea que el adversario del exitoso se quede con el trofeo, o juegue mejor el partido, o sea el elegido para el cargo laboral, o le vaya mejor en el examen, o que el novio la deje y se vaya con la mejor amiga. Esta envidia es lasciva, traicionera, porque mientras que el envidioso hace como que es feliz por los logros de la amiga, por detrás desea profundamente que fracase: no lograr su éxito, sino que fracase. Detrás de la felicitación del envidioso, esta el deseo de destrucción.

La envidia se asocia una actitud maliciosa, deshonesta e inmoral, sentimientos que son la base de estrategias para derrotar al envidiado. El envidioso trata por todos los medios de auto-convencerse de que el éxito del envidiado no es tal e infravalora y descalifica tanto a la persona del enviado como al contenido de su éxito. Puede decir, es mucha suerte la que tiene, más que capacidad, o no es tan inteligente como parece o seguro que le dura poco su triunfo… o yo pensaba que la novia era Uauuuu pero es una chica normalita, o todo apariencia, ¡es un vende humo!

Si el envidioso logra convencerse de que lo que dice acerca del envidiado es tal, se auto-engaña y eso posiblemente lo haga sentir mejor, aunque no es un bienestar auténtico. Pero el epicentro de la gloria para el envidioso, radica cuando el envidiado fracasa, le salen mal sus proyectos, lo desaprueban, o cae en depresión, le rechazan la publicación del artículo, toman en el trabajo al competidor y cualquiera de estas situaciones que muestran la caída del envidiado. En esos momentos los deseos silenciosos del envidioso se concretan en realidad y es allí donde el envidioso se posiciona por arriba del envidiado, se siente superior al fin y recupera su paupérrima autoestima (aunque es una falsa valoración personal, no una auténtica y profunda). Este período de regodearse y alegrarse por el fracaso del otro da en llamar alegría maliciosa.

Es mejor admirar

Una de las actitudes más manipulatorias del envidioso -como muestra de su falsedad e ironía- es cuando su enemigo envidiado se encuentra en plena tristeza por su fracaso, y se acerca amigablemente y en pleno regocijo interior, se muestra condoliente y ofrece palabras contenedoras: ¡Pero que lástima que no te fue bien!!... y tener que cursar la materia de nuevo. uff que rabia, no sabes como te entiendo, o bueno pero la gordura no te queda mal. Cuando el envidioso envidia, lo invade un sentimiento irrefrenable e incontrolable: habla mal del envidiado, o intenta hacerle cualquier tipo de daño como negarle cosas, marginarle, difamarlo, ofenderle o maltratarle psíquica o físicamente, o actuar sarcasmo, desvalorización, ironía, burla, palabras con doble sentido.

Siempre se habla de la envidia como un sentimiento complicado y oscuro en lo que respecta a lo emocional. Y es cierto, detrás de todo envidioso hay un desvalorizado que en cambio de auto-valorarse o al menos buscar mediante actos la valoración personal, se encarga de defenestrar al envidiado para equilibrar su autoestima. Esta forma tan precaria de valoración no lleva a ninguna parte del territorio de la autoestima, solo fortalece la desvalorización. Es que un envidioso nunca toma consciencia que está mas cerca del patito feo que del cisne, puesto que, si se diese cuenta de su desvalorización, posiblemente cesaría con su envidia.

A este sentimiento poco feliz se lo confronta con la admiración. Es realmente increíble que un sentimiento tan complicado como la envidia, pueda más que el sentir admiración por el otro. La admiración es un sentimiento noble y limpio, es una forma de valorar y resaltar los logros del otro. Es expresarlo y hacérselo saber. Es, además, un sentir fácil, simple, no complejo, pero para sentirlo debemos estar equilibrados con nosotros mismos, valorados y dispuestos a calificar positivamente los logros del otro. La admiración nos permite preguntarle al otro que fue lo que hizo para obtener el logro y de esta manera obtener la fórmula del éxito.

La admiración es un sentimiento que nos provoca placer y beneplácito por los logros de las personas afectivamente cercanas. En general, cuando algo o alguien causa admiración en otro es porque posee atributos nobles y positivos, posee capacidades, recursos, fortaleza para superar situaciones difíciles, entre otras cosas, y que despiertan alegría en los otros que se manifiestan con expresiones como: Que contento me pone que hayas aprobado!!, Te felicito es un gran logro!!, que fuerte que eres!!

Las causas de la admiración dependen de la sensibilidad y por la tendencia a hacer una evaluación positiva de sujetos, objetos o situaciones: alguien puede sentir admiración ante un paisaje o una flor y para otro puede resultarle algo totalmente normal o indiferente. Esto quiere decir que los parámetros de admirar a otros, son totalmente subjetivos y particulares.

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