Los primeros pasos de Héctor Ramírez fueron en un arrozal, en 15 hectáreas de propiedad de su padre donde cultivaba con bueyes y arado. El interés por el cultivo se adueñó a corta edad, por lo que se inclinó por la carrera de agronomía que terminó en Asunción y luego tomó una especialización en el área de arroz en Río Grande do Sur, Porto Alegre, Brasil.
En 1987 volvió a Paraguay después de tres años de estudio entre Brasil y Colombia. El esfuerzo y la pasión por el conocimiento lo llevaron a lograr una beca de estudios en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia.
A los 16 años Héctor recibió un golpe en la vida, perdió a su padre, quien además financiaba sus estudios desde el inicio. Su madre y su hermano mayor ocuparon el rol de su padre, quienes continuaron con la pequeña producción de arroz y algo de ganado.

6 años en Colombia y el inicio de una gran experiencia
“En el CIAT de Colombia trabajé en la parte de investigación y mejoramiento genético de arroz. Me casé en ese país, y luego el Instituto Río Grande de Brasil se interesó en mi servicio de consultoría, me contrató y me dio la oportunidad de aplicar todos los conocimientos adquiridos”, cuenta Ramírez.
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Héctor regresaba a Paraguay cada fin de año, visitaba a sus amigos productores de arroz, comía un asado y los asesoraba. Poco tiempo después se instaló nuevamente en el país como un destacado asesor técnico, “ya no me invitaron más asado, porque tenía que cobrarles” (risas).
Este viaje empezó en el año 2004 y empezó con cerca de 2.400 hectáreas de asesoramiento. En 8 años tuvo un crecimiento sostenido y pudo llegar a casi 40.000 hectáreas. “Algunos tenían 500 hectáreas de arroz, y al año siguiente gracias a los resultados, se animaban y crecían 500 más; esto hizo que las instituciones financieras empezaran a interesarse en el sector”, comparte Ramírez.
El gran salto gracias a Sudameris
“A medida que avanzamos con nuestro asesoramiento a los productores de arroz, vimos la necesidad de contar con un área de investigación y registro de variedades, fertilizantes, productos defensivos, para validarlos, y además de eso, la construcción de un secadero de arroz, pues faltaba servicio poscosecha”.
Héctor cuenta que los bancos comenzaron a observar cómo crecía el negocio del arroz. “Eso me animó y fui al Banco Regional, hoy Sudameris, y tengo que decir con todas las letras del caso que para mí la entidad que me impulsó financieramente y el que impulsó la producción de arroz en Paraguay fue el Banco Regional en su época, y hoy Sudameris lo sigue haciendo”.

De asesor técnico a productor arrocero
“En el año 2017 comenzamos a sembrar arroz en San Cosme y Damián (Itapúa) en 800 hectáreas; e iniciamos un proyecto de arroz con GPSA, en la estancia 7 Puntas, creando en el 2019 Arrozales del Chaco, con 6.200 hectáreas de cultivo para el año 2023. Al año siguiente negociamos un préstamo con el objetivo de aumentar en 1.000 hectáreas más en San Cosme y Damián.
Mala experiencia con el banco público
“No me vaya a estirar la lengua” (risas). Héctor nos contó que no tuvo la misma suerte con el Banco de Fomento de quienes no pudo obtener ni un centavo de crédito, por su falta de “capacidad de pago”.
“La obtención de crédito por el Banco de Fomento se ve limitada por la forma de análisis de riesgo. Los bajos precios de la producción afectan los indicadores financieros; sin embargo, se debería considerar la capacidad productiva del cliente y la eficiencia del sistema que utiliza. Esto compensa en gran medida el impacto de los precios y garantiza la sustentabilidad del proyecto. Sinceramente, debería sacar el nombre de Fomento, porque no está fomentando el sector”.

La empresa Arrozal y su futuro
Ramírez tiene clara la hoja de ruta y está convencido de que viaja por buen camino. “Actualmente contamos con un área de producción en San Cosme de 940 hectáreas, también en General Delgado con 450 hectáreas, ambas en Itapúa, y nuestro desafío desde hace un año en Villa Franca, Ñeembucú, con 2.800 hectáreas. Seguimos con nuestro silo y secadero en Coronel Bogado, áreas de investigación y desarrollo de líneas de arroz y el servicio de ensayos de variedades y validación de insumos utilizados en el rubro”.
A esto, Héctor le suma al futuro prometedor de Arrozal las jornadas de campo, una tradición que se ha arraigado entre los productores arroceros. Además, anualmente capacitan a estudiantes en las unidades de producción.
El sector arrocero paraguayo en la actualidad
“Tenemos que consolidar las empresas que estamos manejando, no pensar siempre en expansión, porque nuestro promedio dice eso. Paraguay tiene un promedio de 6.800 kilos por hectárea, y esto quiere decir que con un arroz a US$ 180 dólares la tonelada, la producción no alcanza para cubrir los costos”, reflexiona Ramírez.
“Los productores sabemos que tenemos áreas marginales, y también áreas buenas; tal es así que debemos aprovechar al máximo nuestras áreas buenas y apuntar a llegar a los 10.000 kilos por hectárea en promedio. Dentro de este proceso, lo que preocupa es la necesidad de contar con semillas certificadas, semillas de arroz creadas en Paraguay, y estamos trabajando en eso con altos niveles de investigación”.

Darle su lugar al técnico asesor
“Mi mayor logro es haber colocado el servicio del ingeniero agrónomo a los productores de arroz. Anteriormente no había y no se valorizaba nuestro trabajo. El haber convencido a los productores que la parte técnica tiene su valor. Hoy muy pocos productores trabajan sin tener un ingeniero que los asesore”.
Crecer con calidad y sucesión familiar
“Mi sueño es que Paraguay se posicione como se merece, por su potencial. No solamente hay que crecer, es producir con calidad y de forma sustentable”.
Para Héctor Ramírez otro tema crucial es la sucesión de generación; la herencia de actividades, que en su caso es con su hijo Felipe, encargado de la parte financiera y comercial. Mientras que su hija que está en Estados Unidos, lo acompaña y también se compenetra en el negocio.
“Espero que mis colegas arroceros vayan pensando en esto, que haya sucesión, no solo heredar las empresas, sino también las actividades, y que sea con compromiso, pues las personas jóvenes son las que más rápidamente se adaptan a las nuevas tecnologías, para nosotros, los veteranos, es más difícil”. (risas).
Números de Arrozal
- Villa Franca (Ñeembucú) 2.800 hectáreas
- San Cosme y Damián (Itapúa) 940 hectáreas
- General Delgado (Itapúa) 450 hectáreas
- Rendimiento promedio 9.000 kilos por hectárea
- Producción total: 38.000 toneladas
- Servicio de secado de 600 toneladas por día