Triple impacto global: Débil crecimiento, más deuda y menor inversión

Las economías a nivel global se enfrentan a proyecciones económicas desafiantes que obligan a los países a diseñar estrategias efectivas para atraer capitales que impulsen el crecimiento de sectores productivos aprovechando ventajas competitivas, y a gestionar un enfoque refinado sobre la deuda dirigida a áreas que fomenten desarrollo productivo y social.

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Más deuda, menor inversión y débil crecimiento

El escenario económico global es complejo, enfrentando un triple impacto. Los pronósticos de crecimiento son débiles, para el 70% de los países hay una clara tendencia a la desaceleración, en comparación con años anteriores. Según el Banco Mundial (BM) se pronostica un crecimiento del 2,3% en el 2025, el ritmo más lento desde el 2008, y según la Organización Económica para el Desarrollo (OCDE) del 2,9%.

La Inversión Extranjera Directa (IED), según datos del BM, hacia las economías en desarrollo ha caído a su nivel más bajo desde 2005 y para las economías de altos ingresos en cambio son cifras no vistas desde 1996. En América Latina registramos una caída de las inversiones del 12% en el 2024, según el informe “Inversiones en el Mundo 2025” de la Unctad.

Los niveles de endeudamiento en promedio en Latinoamérica han crecido, superando el 66% sobre el PIB, mientras según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, a nivel global, los países y las empresas se han endeudado en bonos soberanos en US$ 25 billones en los mercados, US$ 10 billones más antes de la pandemia y el triple en comparación al 2007. Según la OCDE, la deuda soberana estimada para 2025, de sus países miembros, se espera que sea de US$ 17 billones frente a los US$ 14 de 2023 y la deuda global total de US$ 100 billones.

Para Paraguay, una nación que busca afianzar su crecimiento y desarrollo, con una estrategia de gobierno que propone duplicar su economía en los próximos diez años, con un crecimiento aproximado del 7 al 10% del PIB anual, esta tendencia global representa un desafío como una oportunidad para potenciar su atractivo como destino de capitales, siempre y cuando avance rápidamente en las reformas pendientes para alcanzar una gestión pública eficiente, transparente y sostenible.

Trabas a la inversión limitan el crecimiento

El reciente informe del BM sostiene que las trabas a la inversión “representan una amenaza significativa para los esfuerzos mundiales por movilizar financiación para el desarrollo”.

Para Indermit Gill, economista jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial, esta situación no es casualidad: “Lo que estamos viendo es resultado de las políticas públicas. No es casualidad que la IED esté logrando nuevos mínimos al mismo tiempo que la deuda pública alcanza máximos históricos”.

Mientras que Mathias Corman, secretario general de la OCDE, hace un llamado a la eficiencia del gasto público, priorizando el endeudamiento para inversiones públicas que mejoren la productividad y el crecimiento, y proporcionen incentivos a las empresas para asegurar que su endeudamiento aumente su capacidad productiva.

Por otra parte, el Secretario Ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar, recordó la semana pasada que América Latina y el Caribe está sumida en tres trampas: baja capacidad para crecer y transformar; alta desigualdad, baja movilidad y débil cohesión social; y bajas capacidades institucionales y de gobernanza poco efectiva.

El 10% de IED representa un crecimiento del 0,8% del PIB

La inversión privada, y en particular la IED, ha sido reconocida como una de las herramientas para impulsar el crecimiento económico. La IED no solo inyecta capital, sino que también trae tecnología, conocimiento, nuevas capacidades de gestión y acceso a mercados globales.

Un estudio del Banco Mundial, desarrollo entre 1995 y 2019, confirma que el aumento del 10% en las entradas de IED genera un crecimiento del 0,3% en el PIB real de cada país al cabo de tres años. Sin embargo, este impacto se triplica, alcanzando hasta un 0,8%, en países con instituciones más sólidas, mejor capital humano, mayor apertura comercial y menor informalidad.

Para Paraguay la atracción de IED no es solo una cuestión de ofrecer incentivos, sino de construir un ecosistema propicio para el desarrollo del sector productivo en general a través de una competencia sana que motive a las empresas a mejorar su capacidad productiva, competitividad e innovación.

Los flujos de IED hacia América Latina y el Caribe experimentaron una disminución en 2023 y continuaron cayendo en 2024. Según la Cepal, cayó un 9.9% en 2023 con respecto al año anterior, totalizando US$ 184.3 mil millones. Unctad reportó una caída del 12% en 2024, alcanzando los US$ 164.000 millones.

Brasil (-8%), México (+11%), Chile (+19%), Argentina (+56%) y Colombia son los 5 países que mayores flujos de inversión atraen; sin embargo, entre el 2023 y 2024 se reportaron caídas y también crecimiento en algunos países.

Crecimiento anémico regional a causa de menor inversión

La región ha entrado en una fase de desaceleración. Tras un rebote significativo del 6.9% en 2021 (impulsado por la recuperación postpandemia), el crecimiento se ha enfriado drásticamente. A nivel global se proyecta un crecimiento del 2,8% según el FMI.

En 2023, la expansión promedio de la región se situó en un modesto 2,1% y 2,2% para 2024. Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el 2025 no son mucho más halagüeñas, reportando un 2%. Estas cifras quedan por debajo del crecimiento global proyectado del 2,3% del Banco Mundial, evidenciando una pérdida de dinamismo relativo.

Una de las causas principales de esta desaceleración es la baja productividad, resultado de la insuficiente inversión en innovación y tecnología. El gasto promedio en investigación y desarrollo (I+D) en América Latina y el Caribe ronda apenas el 1% del PIB, muy lejos del 2,5% que destinan las economías de la OCDE.

Además, la dependencia de materias primas expone a las economías regionales a la volatilidad de los precios internacionales, generando ciclos de bonanza y crisis que dificultan la planificación a largo plazo.

Las reformas estructurales pendientes son vitales para impulsar la competitividad y diversificar las matrices productivas; sin embargo, avanzan con lentitud. El Banco Mundial sugiere que esta inercia podría restar hasta 1% anual al crecimiento potencial de la región.

Deuda soberana creciente

El endeudamiento público ha escalado en gran parte de América Latina. El ratio de deuda pública bruta sobre el PIB para la región llegó al 66,7% en 2023, superando el 50% prepandemia, con países como Venezuela (más del 300%), Bolivia (86.1%) a la cabeza y Argentina y Brasil que también superan el 76%.

En contraste, países como Perú con aproximadamente el 32.80% del PIB y Paraguay con alrededor del 41.2% del PIB en el primer trimestre de 2025, exhiben niveles de endeudamiento más manejables.

El panorama global, con desaceleración, altas tasas de interés y menor inversión, agudiza la vulnerabilidad. La región necesita políticas macroeconómicas prudentes, reformas estructurales y una gestión fiscal eficiente para garantizar un desarrollo sostenible y resiliente.

El crecimiento del gasto público, impulsado por programas sociales, subsidios o inversiones en infraestructura sin un aumento sostenible de los ingresos fiscales es una de la razones. Sin embargo, los déficits fiscales son persistentes, en 2023 promediaron el 3,5% del PIB en la región, obligando a los gobiernos a recurrir continuamente al endeudamiento.

La radiografía paraguaya

Deuda en crecimiento

A abril de este año la deuda fue de US$ 19.064, lo que representa el 41% del PIB, y un incremento interanual del 9,4%. En el 2024 el déficit fiscal cerró en el 2,6% del PIB.

La deuda del país está dividida entre multilaterales que abarcan el 40%, bonos internacionales con el 47%, bonos locales que representan el 6%, capitalización y otros.

El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) es la institución con el mayor monto de préstamos aprobados para el financiamiento de sus programas y proyectos.

Deuda publica
La deuda pública ha crecido sostenidamente, sin embargo es una de las más bajas de la región.

Inversión se mantiene pero aún es una de las más bajas de la región

En 2023 Paraguay registró una inversión neta de US$ 324, lo que representa una caída frente a los US$ 672 millones del 2022, y un crecimiento respecto a los US$ 306 del 2021 y los US$ 198 del 2020. Para el 2024 se prevé un crecimiento de la inversión neta del 4%.

La inversión se concentró en intermediación financiera, comunicaciones, industria química, forestal, comercio y ganadería. Mientras que los flujos de países de orígen son Brasil, Estados Unidos, Países Bajos, Uruguay, España y Chile.

En el 2024 se firmaron 160 proyectos de inversión aprobados bajo la ley 60/90 que sumaron un total de US$ 411 millones, 28% más que lo reportado en el 2023, según el Ministerio de Industrias y Comercio.

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La IED no ha crecido según lo esperado y se mantiene entre los flujos más bajos de la región.

Crecimiento sostenido

Según el Banco Central de Paraguay (BCP) la proyección para el crecimiento del 2025 fue del 3.8%. Sin embargo, en sus informes más recientes, subió la proyección de crecimiento para 2025 al 4%, citando una mejoría en el desempeño económico y perspectivas más favorables.

El viernes 27 de junio el BCP reportó un crecimiento interanual del PIB del 5,9% durante el primer trimestre 2025, siendo el sector de la construcción el de mayor crecimiento con el 12% y ganadería con el 10,8%.

Según la Cepal, Paraguay está entre las economías con mayor expansión en la región con una proyección de crecimiento del 3.6%. En el 2024 se ubicó en el segundo lugar con el 4,2%, detrás de República Dominicana que alcanzó el 5%.

PIB
Crecimiento del PIB sostenido y el más alto de suramérica

Desafíos globales

Los desafíos del cambio climático y la transición energética imponen nuevas demandas de capital, generando presiones adicionales sobre las finanzas públicas de los países que deben invertir en adaptación y mitigación, el Banco Mundial proyecta necesidades de entre 1,5% y 5% del PIB anual para la región.

América Latina, y Paraguay, se encuentra en una encrucijada. La implementación de políticas macroeconómicas prudentes, la creación de un entorno propicio para la inversión y el crecimiento, y una gestión sostenible de la deuda. Solo así la región podrá transformar las tensiones globales en oportunidades para un desarrollo más robusto, equitativo y sostenible.

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