Competencia: mucho por ganar

Hablar de competencia es hablar de rivalidad, unos y otros compiten para alcanzar las preferencias del consumidor. En último término el consumidor es quien tiene la última palabra. La competencia en el mercado puede ser vista, también, como el ejercicio de las libertades.

La competencia incentiva la competitividad y la mejora de los productos y servicios.
La competencia incentiva la competitividad y la mejora de los productos y servicios.Joebeth Terríquez

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El empresario que, aprovechando las ventajas de un entorno de libertad económica, en ejercicio de su libertad de desarrollar actividades (libertad de empresa y libertad de contratación), realiza las inversiones en los mercados que crea conveniente y ofrece productos y servicios de calidad a mejores precios para los consumidores.

En el mediano y largo plazo, un entorno competitivo trae mejoras a las empresas, genera fuentes de trabajo y desarrolla los mercados, también trae beneficios macro a la sociedad, crecimiento y desarrollo económico, contribución a la disminución de las desigualdades y de la pobreza, y al establecimiento de un entorno empresarial más sólido.

Así como en los deportes, quien participa en una competencia se prepara para ganar, poniendo todos sus recursos y esfuerzos, cumpliendo las reglas y generando satisfacción a quienes consumen sus productos.

No hay que temer a la competencia ni a participar en un entorno competitivo. La experiencia práctica ha demostrado que las teorías económicas desarrolladas sobre la competencia económica son ciertas, sólidas y traen beneficios.

Para un entorno favorable a la competencia es imprescindible el rol del Estado. Un rol destinado exclusivamente a promover la competencia en los mercados e investigar y sancionar a las empresas que hayan incurrido en lo que se denomina conductas anticompetitivas, que son las que tienen que ver con el abuso de poder de mercado y con los acuerdos y prácticas restrictivas.

Para cumplir esta misión no es suficiente las leyes de competencia, la institución o autoridad de competencia (independiente y autónoma), sino que la ley se aplique a cabalidad, por actores públicos y privados. Una autoridad sólida, técnica y prestigiada es el motor que permitirá un sostenido proceso de promoción y desarrollo de la competencia.

Las empresas, por su lado, deben dedicarse a jugar, que implica invertir, reinvertir, producir, innovar, explorar nuevos mercados, etc., cumpliendo las reglas del juego. No son pocos los países en los que en sus entornos empresariales se han desarrollado políticas, prácticas, principios y reglas de compliance en competencia. Los frutos, particulares y generales, han sido exitosos.

Los países de América Latina, si se comparan con Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea, no han tenido mucho tiempo aplicando leyes de protección a la competencia, sin embargo, han ido, unos más que otros, consolidando su régimen de competencia, y correlativamente las empresas han ido mejorando sus indicadores de reputación y prestigio, más allá de sus utilidades numéricas.

Al hacer referencia a algunos procesos desarrollados se podría incurrir en algunas injusticias, pero sí es importante que se ponga atención a los diferentes procesos.

Hay mucho para hablar de nuestros países, aspectos que destacar, desafíos y problemas estructurales no atendidos, que terminan produciendo efectos en la actividad económica y, particularmente, en el aspecto competitivo.

En muchos casos quien distorsiona la competencia es el propio Estado, sea por su intervención ineficiente en la actividad económica, por su excesiva y mala regulación y por su demora en la toma de decisiones que favorezcan el entorno empresarial y el bienestar de las personas.

Danilo Sylva
Danilo Sylva, exsuperintendente de Competencia Económica de Ecuador
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