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El tomate es uno de los rubros hortícolas con mayor demanda en el mercado nacional, y se necesitan unas 7.000 toneladas por mes, pero su rentabilidad es muy complicada para la cosecha nacional, porque también es el renglón más problemático, tanto desde el punto de vista productivo por la estacionalidad de la cosecha así como por la competencia de la producción extranjera. También, la importación se bloquea o desbloquea en forma arbitraria, utilizando una herramienta técnica sanitaria como un documento de habilitación comercial.
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La producción del tomate en Paraguay se hace a escala minifundiaria y mayormente con escasa tecnificación, por parte de unos 1.703 productores registrados por el MAG, con unas 623 hectáreas de cultivos a nivel nacional, lo que arroja un promedio de un cuarto de hectárea por productor.
Sin embargo, en Brasil, la escala de producción es superior así como la cantidad de productores. También en la Argentina se cultiva el tomate en fincas más tecnificadas, logrando costos de producción más competitivos que en Paraguay. Fuentes del rubro señalan que en algunos casos es tan grande la diferencia de precio que paga sobradamente la coima de hasta G. 30 millones por hacer pasar una carga de 1.200 cajas de tomate, sin la acreditación fitosanitaria de importación.
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La información que se tiene es que en el Brasil el tomate se produce a mayor escala y con más tecnificación; además, en el vecino país se cultiva también a gran escala el tomate rastrero, cuyos costos de producción no se pueden competir y que suelen ingresar a nuestro país de forma ilegal.
A su vez, en la Argentina, la producción del tomate se planifica por zonas, Mendoza, Salta, Jujuí y otros, con climas más favorables en las distintas temporadas, logrando cosechas de calidad competitiva durante la mayor parte del año.
Pero en el Paraguay, al parecer no se respeta algún plan de zonificación de siembra por época para el tomate; la plantación de esta hortaliza se impulsa según calendarios de siembra que se manejan en forma aislada y que en varias oportunidades ha generado saturación del mercado, con depresión importante de precio.
El caso más sonado de saturación de mercado sucedió en el 2007, cuando la Binacional Itaipú queriendo hacer un bien a los pequeños productores los perjudicó gravemente, ya que con fines políticos y sin coordinar con el MAG, distribuyó masivamente semillas de tomate, lo que produjo una siembra masiva que culminó con una superproducción concentrada en la primera y segunda semana de octubre de ese año.
Los bajos precios de ese mes generaron pérdidas entre todos los productores de tomate del país. Durante la primera quincena de octubre habíamos contabilizado cerca de 70 toneladas de tomate que se pudrieron en el Mercado de Abasto de Asunción, porque su precio cayó a menos de G. 5.000 la caja de 15 kilogramo, cuando su cotización normal era de G. 35.000, por lo que no se pudo pagar con esa cotización ni siquiera los gastos de flete y el embalaje más depósito, ni mucho menos abonar para que alguien los lleve a tirar.
Otro de los problemas del tomate es que el Mercado de Abasto de Asunción perdió su esencia frutihortícola y se convirtió en un mercado mixto (mayorista y minorista) y multirubros, en el que es muy difícil predecir el comportamiento del mercado, dimensionar correctamente la oferta y la demanda, entre otros aspectos, para proyectar más adecuadamente la producción.