Chía: campeona en fibra y omega-3
Estas semillas milenarias, originarias de América Central, destacan por su alto contenido de fibra soluble y su aporte de omega-3 vegetal (ALA). Son ideales para quienes buscan mejorar la digestión o regular el tránsito intestinal.

Por 28 gramos (2 cucharadas):– fibra: 11 gramos– Omega-3 ALA: alta concentración– proteína: 4 gramos
Cómo usarlas: agregalas a yogures, licuados, ensaladas o prepará con ellas un pudding hidratándolas con bebida vegetal.
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Lino: la linaza que equilibra el cuerpo
Ricas en fibra y en ácidos grasos omega-3, las semillas de lino también ayudan a reducir el colesterol y regular la glucemia. Para aprovechar sus nutrientes, lo ideal es consumirlas molidas.

Por 28 gramos (3 cucharadas aproximadamente):– fibra: 8 gramos– Omega-3 ALA: 6.400 miligramos –proteína: 5 gramos
Cómo usarlas: mezclalas en panes, galletas, granolas o como parte de un empanado más saludable.
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Cáñamo: proteína completa en versión vegetal
Las semillas de cáñamo ofrecen todos los aminoácidos esenciales, lo que las convierte en una fuente proteica completa, ideal para dietas veganas o vegetarianas. Además, aportan grasas saludables en proporciones equilibradas.

Por 28 gramos (3 cucharadas):– fibra: 1 gramos– Omega-3 y Omega-6: en proporción ideal– proteína: 10 gramos
Cómo usarlas: espolvorealas sobre ensaladas, cereales, tostadas o incorporalas a smoothies y barras energéticas.
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Calabaza: más que un snack crocante
Las semillas de calabaza, o pipas, son ricas en antioxidantes, magnesio y zinc. Su perfil graso incluye omega-6 y, en menor proporción, omega-3. También se destacan por su aporte proteico y su sabor intenso.

Por 28 gramos (unas 2 cucharadas):– fibra: 1,1 gramos– Omega-3 y Omega-6: en buena proporción– proteína: 7 gramos
Cómo usarlas: tostalas con especias, agregalas a panes, sopas o disfrutalas como snack entre comidas.
Más sabor, más nutrición
Incorporar semillas a tu alimentación diaria es una forma práctica de enriquecer cualquier preparación sin complicaciones.
Podés rotarlas según tus necesidades o combinarlas para obtener una mayor diversidad de nutrientes. Lo importante es incorporarlas de forma consciente, con variedad y equilibrio. Porque a veces, los grandes cambios en la salud empiezan con los ingredientes más pequeños.