Falafel: un origen en discusión
Aunque la receta del falafel —garbanzos o habas triturados con especias y fritos— parece sencilla, su historia está lejos de serlo.
Algunos historiadores lo vinculan con los coptos egipcios, quienes lo habrían creado como plato de vigilia.
Otros señalan su origen en la región del Levante, donde hoy confluyen Israel, Palestina, Líbano y Siria.

¿Querés aprender a prepararlo?: seguí el paso a paso de la receta en el siguiente link:
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La receta cruzó fronteras, pero la pregunta persiste: ¿de quién es realmente el falafel?
Más que comida: identidad y disputa
Hoy, el falafel se vende en carritos, cocinas callejeras y restaurantes gourmet. Es vegetariano, barato y global.
Pero también ha sido centro de tensiones políticas y acusaciones de apropiación cultural.

Israel lo adoptó como plato nacional, lo que desató críticas desde comunidades palestinas y árabes que lo consideran parte de su herencia.
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En una región donde la geopolítica atraviesa hasta la gastronomía, el falafel se volvió un símbolo disputado. Comerlo, nombrarlo o reivindicarlo es, a veces, un acto político.
Un puente posible entre culturas
Aun así, el falafel también ha logrado lo impensado: unir. En ciudades como Nueva York, Berlín o Buenos Aires, este bocado se convirtió en punto de encuentro para migrantes, locales y turistas.
En cocinas compartidas, festivales o cenas improvisadas, el falafel es excusa para el diálogo, la inclusión y la memoria colectiva.
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Celebrar el Día Internacional del Falafel no es solo rendir tributo a su sabor. Es recordar cómo algo tan cotidiano puede contener siglos de historia, conflictos y encuentros. Y cómo, incluso entre diferencias, un plato puede contar historias que nos hermanan.