La terapia de luz roja pasó de nicho clínico a tendencia wellness: paneles en gimnasios boutique, máscaras LED en redes sociales y cabinas de cuerpo completo en spas prometen desde mejor piel hasta recuperación muscular. Pero, más allá del brillo del marketing, ¿qué dice la evidencia científica?
Qué es y cómo funciona
También llamada fotobiomodulación, la terapia de luz roja utiliza longitudes de onda en el rojo (aproximadamente 620–700 nm) y el infrarrojo cercano (aproximadamente 760–950 nm).
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A diferencia de la luz UV, no broncea ni quema la piel.

En laboratorio, estas longitudes de onda interactúan con la mitocondria —en particular con la enzima citocromo c oxidasa—, lo que puede aumentar la producción de ATP, modular óxido nítrico y reducir señales inflamatorias.
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Ese mecanismo biológico plausibe ha impulsado su uso en dermatología, rehabilitación y odontología desde hace décadas.
Qué tan sólida es la evidencia, según la indicación
La eficacia varía notablemente según la condición tratada y la calidad del dispositivo y la dosis. Los estudios difieren en potencia, duración, frecuencia y longitud de onda, lo que complica las comparaciones.

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Aun así, algunos patrones emergen:
- Piel y antienvejecimiento: ensayos controlados han mostrado mejoras modestas en arrugas finas, elasticidad y textura tras 8–12 semanas de uso regular con LED rojos e infrarrojos cercanos. La magnitud del efecto suele ser pequeña a moderada y depende de la adherencia. Para acné, la luz azul tiene mayor evidencia para reducir bacterias; la roja puede ayudar a la inflamación, como complemento.
- Caída del cabello: dispositivos de “low-level laser therapy” (peines, cascos) con luz roja e infrarroja cuentan con autorizaciones regulatorias para la alopecia androgenética, basadas en estudios que reportan aumento de densidad capilar respecto a placebo tras varios meses. No funciona para todas las personas y suele combinarse con tratamientos estándar.
- Dolor y lesiones musculoesqueléticas: hay ensayos que reportan reducción de dolor en artrosis, tendinopatías y dolor lumbar, y algo de mejora funcional. Sin embargo, las revisiones sistemáticas destacan heterogeneidad y riesgo de sesgo; los beneficios parecen dependientes de una dosificación precisa y son, en general, modestos.
- Cicatrización y mucositis oral: en ámbitos clínicos, la fotobiomodulación se emplea para acelerar la cicatrización de heridas y aliviar la mucositis oral inducida por quimioterapia, con respaldos más consistentes en protocolos hospitalarios.
- Rendimiento y recuperación deportiva: estudios en atletas muestran resultados mixtos; algunos sugieren menor fatiga o mejor recuperación cuando se aplica antes o después del ejercicio, pero la evidencia es provisional y muy sensible a la dosimetría.
- Sueño y estado de ánimo: hay investigaciones preliminares que exploran efectos sobre el ritmo circadiano y el ánimo, pero son pequeñas y no concluyentes. No sustituye terapias reconocidas para trastornos del sueño o depresión.
En conjunto, la terapia de luz roja no es una panacea, pero sí una herramienta con utilidad puntual en determinadas indicaciones, especialmente como complemento de tratamientos convencionales.
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Seguridad: generalmente buena, con matices
La luz roja e infrarroja cercana se consideran seguras cuando se aplican en dosis adecuadas. Efectos secundarios reportados incluyen enrojecimiento transitorio, sequedad o irritación leve de la piel.

Precauciones:
- Ojos: evitar exposición directa y usar protección ocular, especialmente con dispositivos potentes.
- Fotosensibilidad: personas que toman fármacos fotosensibilizantes o con trastornos de fotosensibilidad deben consultar antes.
- Embarazo y cáncer activo: ausencia de evidencia suficiente; se recomienda evitar la aplicación sobre abdomen en embarazo y sobre tumores o lesiones sospechosas.
- Dosis: una “más” no equivale a “mejor”. Excesos pueden anular beneficios (fenómeno de dosis en forma de “U”).
La letra pequeña: dispositivos, dosis y promesas
No todos los aparatos son iguales. La eficacia depende de:
- Longitud de onda: típicamente 630–670 nm (rojo) y 800–880 nm (infrarrojo cercano).
- Irradiancia y densidad de energía: las investigaciones suelen trabajar en rangos de 10–60 mW/cm² y dosis totales por sesión de 3–50 J/cm², según el objetivo (piel superficial vs tejidos profundos).
- Distancia y tiempo: 5–20 minutos por zona, varias veces por semana, durante al menos 6–8 semanas en aplicaciones estéticas o de dolor crónico.
Muchos dispositivos de consumo no publican irradiancia real o no la sostienen en toda la superficie. Sin datos técnicos verificables, es difícil replicar resultados de estudios. Cuidado con reclamos amplios (“cura” o “detox”) que exceden lo demostrado.
Regulación y acceso
En Estados Unidos y otros mercados, algunos dispositivos cuentan con autorizaciones específicas (por ejemplo, para arrugas faciales, alivio temporal del dolor o alopecia androgenética).
En Europa, el marcado CE clasifica y limita sus indicaciones. La oferta en spas y gimnasios suele enmarcarse como “bienestar”, sin claim médico.
Cómo decidir si probarla
- Definí un objetivo concreto (arrugas finas, dolor articular leve, apoyo en recuperación) y expectativas realistas.
- Consultá con un profesional de salud si tenés condiciones médicas, tomá medicación fotosensibilizante o planeá usarla como complemento terapéutico.
- Priorizá dispositivos con especificaciones claras (longitud de onda, irradiancia medida, certificaciones), y seguí protocolos de dosis basados en evidencia.
- Evaluá resultados tras 8–12 semanas; si no hay cambios, reconsiderá.
