¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las emociones propias y de los demás.
Daniel Goleman, psicólogo y divulgador clave en este ámbito, la define como un conjunto de habilidades que incluyen la autoconciencia, la autorregulación, la empatía y las destrezas sociales.
A diferencia de la inteligencia tradicionalmente medida por el coeficiente intelectual (IQ), la inteligencia emocional abarca aspectos vinculados a cómo se interactúa y se responde ante los desafíos emocionales cotidianos.
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El papel de la inteligencia emocional en el éxito
Numerosas investigaciones muestran que la inteligencia emocional es un mejor predictor del éxito laboral y personal que el IQ.
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Un meta-análisis publicado en la revista Journal of Organizational Behavior demostró que quienes puntúan alto en inteligencia emocional tuvieron un rendimiento laboral 58% superior respecto a sus pares con altos IQ.

Además, un estudio de la Universidad de Yale halló que las personas emocionalmente inteligentes tienden a tener relaciones más estables y mejor salud mental.
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Cómo se entrena la inteligencia emocional
La inteligencia emocional no es una cualidad innata inmutable; puede desarrollarse a través de la práctica y la reflexión.
Diversos programas de entrenamiento, como el popular “RULER” aplicado en escuelas de Estados Unidos, han demostrado mejorar las competencias emocionales de estudiantes y adultos.
Expertos recomiendan ejercicios de autoconciencia, tales como llevar un diario emocional, practicar la escucha activa en conversaciones y técnicas de regulación emocional como la respiración consciente.
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Un informe del Harvard Business Review subraya que invertir en este tipo de formación puede aumentar la satisfacción en el trabajo y en la vida personal.
Por qué importa más que el IQ
Mientras el IQ determina la facilidad con que se resuelven problemas lógicos o matemáticos, la inteligencia emocional permite navegar los conflictos, liderar equipos y adaptarse a cambios.
Según el Consorcio de Inteligencia Emocional, más del 85% del éxito profesional se atribuye a habilidades emocionales y sociales, no al conocimiento técnico.
Empresas líderes, como Google o Microsoft, priorizan aptitudes emocionales en sus procesos de selección y programas de liderazgo. Reactividad ante el estrés, manejo de la frustración y empatía se vuelven cada vez más determinantes en los entornos actuales.