El misterio de los primeros recuerdos
Es común que muchos no puedan evocar escenas nítidas de sus primeros años de vida. Esa ausencia de memoria sobre la infancia temprana se conoce como amnesia infantil, y afecta a casi toda la humanidad.
Investigadores llevan décadas intentando descifrar por qué los primeros momentos quedan borrados de la conciencia adulta.
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Cómo se forman los recuerdos
Para la memoria, el cerebro necesita una serie de estructuras y procesos neuronales en pleno desarrollo. El hipocampo, fundamental para codificar recuerdos duraderos, madura lentamente durante la niñez.

Estudios en neurociencia señalan que, antes de los tres o cuatro años, el hipocampo y la corteza prefrontal todavía no están lo suficientemente desarrollados para consolidar memorias autobiográficas estables.
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El rol del lenguaje y la percepción
A la biología cerebral se suma la influencia del lenguaje y la identidad. Al comenzar a hablar, las niñas y los niños adquieren herramientas para organizar y narrar sus experiencias.

Las memorias anteriores, sin un soporte lingüístico, resultan más frágiles o inalcanzables. Además, la forma en que cada uno percibe y da sentido a su entorno aún está en formación durante la infancia temprana.
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¿Se pueden recuperar esos recuerdos?
Pese a que existen técnicas de evocación mediante imágenes, olores o relatos familiares, la mayor parte de los recuerdos anteriores a los tres años se mantiene inaccesible.
Lo que suele recordarse son relatos reconstruidos a partir de fotos, historias contadas por otros o emociones difusas, más que registros fieles de lo vivido. La amnesia infantil sigue posicionándose como una frontera intrigante entre la memoria, la identidad y el desarrollo cerebral.