Uñas: un reflejo de tu bienestar interno
Las uñas saludables suelen ser de color rosado, lisas y fuertes. Sin embargo, cambios notables pueden indicar problemas de salud:
- Manchas blancas: tradicionalmente asociadas a una deficiencia de calcio, hoy se sabe que pueden resultar de pequeños traumatismos o, en raras ocasiones, alertar sobre problemas hepáticos o renales.
- Uñas pálidas o azuladas: pueden indicar anemia o mala oxigenación en la sangre, condiciones asociadas a enfermedades cardíacas o pulmonares.
- Estrías o líneas oscuras: en algunos casos, líneas marrones o negras podrían ser un signo temprano de melanoma, un tipo agresivo de cáncer de piel.
- Uñas quebradizas o con surcos: suele asociarse a deficiencias nutricionales, problemas tiroideos o incluso estrés crónico.
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Lengua: el “espejo” de la digestión y más

La lengua es uno de los órganos más reveladores. Un examen rápido puede ofrecer pistas sobre tu estado de salud:
- Coloración blanca: una capa blanquecina puede indicar una infección por hongos (candidiasis oral), frecuente en personas inmunosuprimidas, diabéticas o tras el uso prolongado de antibióticos.
- Lengua roja e inflamada: podría ser signo de deficiencia de vitamina B12 o ácido fólico, así como escarlatina.
- Lengua agrietada: en la mayoría de casos es inofensiva, pero si se acompaña de dolor o cambios de color, es necesaria una valoración médica.
- Presencia de llagas o úlceras: aunque suelen ser benignas, las lesiones persistentes pueden relacionarse con procesos infecciosos, inflamatorios o, en rara ocasión, cáncer bucal.
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Piel: el órgano más grande nos habla

La piel puede cambiar su aspecto ante alteraciones internas importantes:
- Color amarillento (ictericia): señal clásica de problemas hepáticos, como hepatitis o cálculos biliares.
- Erupciones y ronchas: brotes espontáneos pueden indicar reacciones alérgicas, enfermedades autoinmunes o infecciones virales.
- Coloración pálida: difiere del tono usual de la persona y generalmente está vinculada a anemia o mala circulación.
- Sequedad extrema: puede estar asociada a deshidratación, hipotiroidismo o problemas dermatológicos como la dermatitis atópica.
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¿Cuándo acudir al médico?
Si notás cambios duraderos, lesiones que no sanan o alteraciones que se acompañan de otros síntomas como fiebre, pérdida de peso o fatiga, es fundamental consultar al médico.
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La autoobservación es un acto de autocuidado, pero el diagnóstico definitivo siempre corresponde a un profesional de la salud.
Uñas, lengua y piel pueden ser ventanas a nuestro estado físico. Escuchar estos “mensajes silenciosos” puede ayudarnos a detectar problemas en etapas iniciales. Así, estar atentos a las señales que nos da el cuerpo es una manera sencilla —y muchas veces salvadora— de cuidar nuestra salud.