¿Por qué nos cuesta aburrirnos?
Vivimos en una época donde la sobrestimulación es la norma. Smartphones, redes sociales y plataformas de streaming nos bombardean con información y entretenimiento constante.
Esta disponibilidad perpetua de distracciones ha reducido las oportunidades para que experimentemos el aburrimiento genuino. Esto, paradójicamente, podría estar afectando nuestra salud mental y creatividad.
Aburrimiento: el motor oculto de la creatividad
Diversos estudios científicos han demostrado que, cuando estamos aburridos, el cerebro entra en un estado especial conocido como “red neuronal por defecto”.
En este modo, la mente fantasea, recuerda, planifica y conecta ideas sueltas, sentando las bases para la creatividad y la solución de problemas.
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Según un estudio de la Universidad de Central Lancashire (Reino Unido), las personas que realizaron tareas monótonas mostraron después un mayor ingenio en actividades creativas.
El aburrimiento, dicen los expertos, obliga al cerebro a generar estímulos internos y a encontrar nuevas formas de satisfacer su curiosidad.
El aburrimiento como herramienta para el bienestar
Más allá del ámbito creativo, el aburrimiento puede ser fundamental para la salud emocional y cognitiva.

Permitir periodos de desconexión y divagación mental ayuda a:
- Reducir el estrés y la fatiga mental: no estar activos todo el tiempo le permite al cerebro recuperarse.
- Mejorar el autoconocimiento: al reflexionar durante momentos de inactividad, identificamos nuestras emociones, deseos y preocupaciones.
- Fomentar la toma de decisiones: una mente “desocupada” puede considerar posibilidades de manera más abierta y menos presionada.
“No hacer nada” no es perder el tiempo
El ritmo veloz de la vida moderna lleva muchas veces a confundir el descanso con la pereza. Sin embargo, expertos recomiendan agendar momentos de inactividad consciente, como una caminata sin rumbo, observar una puesta de sol, o simplemente sentarse a mirar por la ventana.
El escritor británico Tim Parks, que estudió los efectos de la ralentización de la vida, señala que “el ocio, lejos de ser una pérdida de tiempo, es el terreno fértil desde donde pueden surgir nuestras mejores ideas”.
Consejos para practicar el “no hacer nada”
- Desconectate de la tecnología: apagá el celular o ponelo en modo avión durante unos minutos cada día.
- Buscá lugares tranquilos: aprovechá espacios verdes o tu propio hogar para simplemente estar y observar.
- Sé paciente contigo mismo: al principio, aburrirse puede provocar incomodidad. Permitite sentir esa sensación.
Un llamado a reivindicar el aburrimiento
En un mundo que aplaude la hiperproductividad, aburrirse es casi un acto revolucionario. Es tiempo de recuperar esos pequeños espacios de vacío y calma, para que el cerebro respire, se recargue y, en última instancia, florezca.
Darle un lugar al aburrimiento no es resignarse a la inactividad, sino darle al cerebro la oportunidad de sorprendernos con su capacidad de imaginar, crear y sanar. Así que, la próxima vez que sientas que “no estás haciendo nada”, recordá: tu cerebro te lo agradecerá.
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