¿Por qué las personas hablamos solas?
Desde la infancia, el monólogo es una herramienta natural. Jean Piaget, uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX, observó que las niñas y niños suelen hablar consigo mismos mientras juegan o realizan tareas.
Este “lenguaje egocéntrico”, como lo denominó, ayuda a organizar pensamientos, planificar y regular conductas.
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Aunque suele disminuir al crecer, en la adultez el hecho de hablar solo persiste en distintos contextos, especialmente cuando se enfrenta un desafío o se trata de tomar una decisión importante.
Ventajas cognitivas y emocionales
Diversos estudios científicos respaldan los beneficios de hablar en voz alta cuando estamos solos. Según una investigación publicada en Quarterly Journal of Experimental Psychology, vocalizar instrucciones o pensamientos puede mejorar la concentración y el rendimiento en ciertas tareas.

Al escuchar lo que uno mismo dice, se refuerza la memoria y se facilita el procesamiento de información.
En el plano emocional, el monólogo puede servir para gestionar el estrés y las emociones negativas. Hablar en voz alta sobre una preocupación permite tomar distancia y analizar la situación con más objetividad.
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Investigaciones recientes, como la de la Universidad de Michigan, han demostrado que quienes practican el “diálogo interno” en segunda o tercera persona (“vos podés hacerlo”, “ella tiene que relajarse”) tienden a controlar mejor la ansiedad antes de un examen o una presentación importante.
¿Hablar solo es síntoma de un problema de salud mental?
Aunque se asocia popularmente con trastornos mentales, la evidencia científica señala que hablar solo es, en la mayoría de los casos, una estrategia saludable.

Solo cuando este comportamiento está acompañado de alucinaciones, creencias delirantes u otros síntomas psiquiátricos, puede ser un indicio de un trastorno que requiere atención profesional.
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El contexto y la frecuencia son claves. Si el diálogo interno se vuelve hostil o interrumpe el funcionamiento cotidiano, es relevante buscar orientación especializada. Sin embargo, para la gran mayoría de personas, hablar solas es una forma eficaz de regularse, motivarse y resolver problemas.
Un hábito más común de lo que parece
Hablar solo no solo es normal, sino también más habitual de lo que se piensa. Muchas personas utilizan este recurso en situaciones cotidianas: planificar el día, ensayar una conversación importante, organizar una lista de compras o procesar una emoción fuerte.
Reconocer el valor de este hábito es clave para evitar prejuicios y aprovechar sus beneficios.
Lejos de ser motivo de preocupación, hablar solo es un comportamiento respaldado por la ciencia como parte natural—y a menudo útil—de la vida humana. Es un recurso para pensar en voz alta, motivarse, gestionar emociones y tomar mejores decisiones. Así que, la próxima vez que te sorprendas hablando sola o solo, recordá: no estás sola en este hábito, y tu cerebro te lo va a agradecer.