¿Qué es el vértigo y en qué se diferencia del desequilibrio?
Aunque suelen confundirse, no son lo mismo. El vértigo es la sensación ilusoria de movimiento: como si todo girara a tu alrededor o como si vos estuvieras girando.
El desequilibrio, en cambio, es una sensación más difusa de inestabilidad o inseguridad al moverse, sin que haya una percepción de giro. Ambos pueden limitar seriamente la vida cotidiana.
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Cuándo es momento de consultar al médico

No todos los episodios de vértigo son graves, pero hay señales que indican la necesidad de atención médica:
- Mareos persistentes o que se repiten con frecuencia.
- Dificultad para caminar o mantener el equilibrio.
- Náuseas, vómitos o pérdida de audición acompañando los síntomas.
- Presión en los oídos o zumbidos.
- Dolores de cabeza intensos o visión alterada.
Un otorrinolaringólogo, neurólogo o médico clínico podrá evaluar tu caso y descartar causas graves o iniciar un tratamiento adecuado.
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Causas más frecuentes del vértigo
- Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB): causado por pequeños cristales que se desplazan en el oído interno y se activa con ciertos movimientos de la cabeza.
- Enfermedad de Menière: alteración del oído interno que provoca vértigo, pérdida auditiva y acúfenos.
- Neuronitis vestibular: inflamación del nervio vestibular, muchas veces tras una infección viral.
- Labirintitis: inflamación o infección del laberinto en el oído interno, que afecta el equilibrio y la audición.
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Cómo fortalecer el sistema vestibular
Prevenir y reducir estos episodios también depende de hábitos que favorecen el equilibrio y la salud del oído interno. Estas son algunas prácticas recomendadas:
1. Ejercicios de rehabilitación vestibular. Indicados por un fisioterapeuta, ayudan a que el cerebro se adapte y compense los desequilibrios. Incluyen:
- Maniobra de Epley (para el VPPB).
- Ejercicios de equilibrio, como caminar en línea recta o mantenerse en un solo pie.
- Movimientos repetitivos que reducen la sensibilidad a ciertos estímulos.
2. Actividad física regular. El yoga, el tai chi o incluso caminar a diario contribuyen al equilibrio y la coordinación, además de reducir el riesgo de caídas.
3. Alimentación y estilo de vida. Evitar exceso de sal, cafeína y alcohol ayuda a controlar la presión en el oído interno. Una dieta equilibrada y sin inflamatorios puede marcar la diferencia.
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4. Hidratación adecuada. Tomar suficiente agua favorece la función del sistema vestibular y del cuerpo en general.
5. Reducir el estrés. El vértigo puede empeorar con ansiedad o tensión. Técnicas de relajación como la respiración profunda, la meditación o incluso la aromaterapia pueden tener un efecto calmante.