La ansiedad anticipatoria a menudo se origina de una combinación de pensamientos negativos recurrentes y expectativas poco realistas de eventos futuros.
Las personas que la experimentan tienden a exagerar riesgos, a magnificar el potencial de amenazas en situaciones futuras.
También se da una tendencia a subestimar sus recursos: creen que no tendrán la capacidad de manejar los eventos que temen. Y piensan en el peor de los casos constantemente, lo que exacerba el estrés.
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Esta forma de ansiedad puede estar relacionada con trastornos de ansiedad más generales, como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), y puede estar acompañada por síntomas como insomnio, irritabilidad, y dificultades de concentración.
Causas comunes de la ansiedad anticipatoria

Existen múltiples factores que pueden contribuir a la ansiedad anticipatoria:
- Eventos traumáticos previos: experiencias traumáticas pasadas pueden dejar a una persona hipervigilante hacia futuros eventos.
- Perfeccionismo: personas con tendencia a buscar la perfección en todo tienden a anticipar fallos o errores.
- Presiones externas: expectativas sociales o laborales pueden aumentar la presión de preocuparse excesivamente por el futuro.
- Factores biológicos: existe una base genética para la ansiedad, y diferencias en la química cerebral pueden contribuir a estas experiencias.
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Estrategias para manejar la ansiedad anticipatoria
Manejar la ansiedad anticipatoria implica adoptar estrategias efectivas que permitan mitigar su impacto.
Practicar mindfulness o atención plena puede ayudar a enfocarse en el presente, reduciendo el hábito de preocuparse excesivamente por el futuro. Meditación, ejercicios de respiración profunda y yoga son métodos efectivos para esta práctica.
También puede ayudar la reestructuración cognitiva, que consiste en identificar y desafiar los pensamientos negativos para reformularlos de manera positiva. Técnicas de terapia cognitivo-conductual (TCC) pueden ser muy útiles en este aspecto.
La planeación efectiva o tener un plan estructurado para enfrentar situaciones específicas puede proporcionar una sensación de control y reducir la ansiedad anticipatoria. Desglosar tareas en pasos manejables puede hacer que las situaciones parezcan menos abrumadoras.
Además, trabajar en establecer expectativas que sean realistas y asequibles, en lugar de establecer metas inalcanzables, puede reducir significativamente la presión autoimpuesta.
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Por otro lado, la actividad física regular puede ayudar a liberar endorfinas, los químicos naturales que mejoran el estado de ánimo y actúan como analgésicos naturales contra el estrés.
Y para aquellos que encuentran difícil manejar la ansiedad por su cuenta, buscar ayuda profesional de un psicólogo o un terapeuta puede ser beneficioso. La terapia cognitivo-conductual, en particular, ha sido eficaz para muchas personas.
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Comprender y abordar la ansiedad anticipatoria es clave para mejorar la calidad de vida y lograr el equilibrio emocional. Reconocé que es normal preocuparse por el futuro, pero con las herramientas adecuadas, podés evitar que la ansiedad domine tus pensamientos y acciones.