La Semana Santa es uno de los períodos del año en los que estamos más expuestos a distintas tentaciones gastronómicas, a las cuales es difícil resistirse y que suelen conducir al abandono de la moderación en la comidas e incluso llegar a provocar un aumento de entre 1 y 2 kilogramos en nuestro peso corporal, según los especialistas en nutrición y dietas.
Durante estas fechas señaladas, en las casas, restaurantes, y establecimientos de comidas para llevar, destaca la presencia de preparaciones culinarias muy variadas y calóricas, tanto dulces como saladas.
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Excesos que engordan
“En el contexto de los excesos gastronómicos que por tradición acompañan la Semana Santa, existe el riesgo de consumir casi el doble de calorías en una sola semana, lo que puede contribuir a un aumento del peso corporal de entre 1 y 2 kilos”, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).
Además de la elevada ingestión calórica, hay que tener en cuenta que gran parte del exceso de calorías ingeridas procede de azúcares, harinas refinadas, mantequillas y alcohol, por lo que el peso que habremos ganado será casi en su totalidad en forma de grasa acumulada en el cuerpo, puntualizan desde ese centro.
Consumir estos alimentos en excesos durante unos días, quizá no tenga un impacto muy importante en las personas que mantienen un estilo de vida sano y activo, pero puede tener una repercusión considerable en el peso corporal de aquellas personas con sobrepeso u obesidad y que son proclives o están habituadas al sedentarismo, según esta misma fuente.
Si durante la Semana Santa no hemos mantenido nuestra pauta dietética habitual, en los días posteriores a los excesos alimenticios podemos reequilibrar nuestro organismo, siguiendo una alimentación depurativa, consumiendo alimentos saludables que nos ayuden a eliminar ciertas sustancias y que a la vez nos nutran, explica la dietista-nutricionista Carmen Escalada.
Es una medida aconsejable para depurar nuestro organismo tras la sobrecarga y el sobrepeso derivados de los excesos y desequilibrios gastronómicos y el abandono de nuestras restricciones habituales, en los que hemos incurrido durante esos “días de comidas suculentas”, según explica.
Seguir una dieta depurativa, no consiste en beber solo líquidos durante varios días o seguir una dieta ‘detox’ publicada en revistas o promocionada por una ‘celebrity’, opciones que pueden producir un desequilibrio metabólico aún mayor, sino en mantener una alimentación saludable, que proteja nuestro cuerpo y le permita recuperar su equilibrio y vitalidad, puntualiza.
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Para que esta dieta sea más llevadera y eficaz, y reducir las posibilidades de abandonarla antes de tiempo, es preferible evitar que sea demasiado restrictiva, pasando de comer en exceso a “no comer casi nada”, siendo preferible enfocarse en la calidad de lo que comemos y bebemos, señala esta experta.
Para comenzar una dieta depurativa, la dietista-nutricionista clínica Sonia Peinado recomienda efectuar una sabia elección de los alimentos, prefiriendo aquellos que contengan escasas grasas, azúcares, alcohol y sodio; sean ricos en vitaminas, minerales y proteínas no grasas; y que contengan abundante fibra y agua.
También es importante consumir los alimentos con moderación, sin comer demasiada cantidad de ninguno en particular aunque sea muy saludable, así como efectuar entre 4 y 6 comidas diarias, sin saltarse ninguna, comenzando por el desayuno, para conseguir que nuestro metabolismo se mantenga activado desde que comenzamos el día, según Peinado.
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Alimentos que depuran
Basándose en las anteriores premisas, las nutricionistas Escalada y Peinado, recomiendan incluir los siguientes alimentos y bebidas en una dieta para depurar el organismo:
- Frutas y verduras. Para preservar la mayor cantidad posible de nutrientes, fibra y agua de estos alimentos, es preferible consumir las frutas crudas, y cocinar las verduras al vapor.
- Aguas, líquidos y jugos. Para depurar el organismo y ayudar a que se diluyan y eliminen las toxinas que ha acumulado, es recomendable beber entre dos y tres litros diarios de agua y jugos naturales sin azúcares añadidos y líquidos diversos, evitando los refrescos, gaseosas y bebidas alcohólicas.
- Lácteos desnatados. Hay que dar prioridad al yogur y la leche, así como a los quesos frescos, ya que contienen menos grasas y sodio y más agua, que los quesos curados.
- Cereales integrales. Estos alimentos aportan fibra y nutrientes, producen una mayor sensación de saciedad, y además contribuyen a “limpiar” los intestinos.
- Carnes bajas en grasas y colesterol. Durante el periodo depurativo es recomendable consumir pechuga de pollo o de pavo sin piel y cocinadas a la plancha, así como pescados blancos, dejando las carnes rojas y los pescados azules (alimentos más grasos) para un consumo esporádico.
- Hierbas y especias. Son recomendables para condimentar los alimentos y conseguir que estén más sabrosos, sin utilizar tanta sal, cuyo consumo en exceso favorece la retención de líquidos.
- Alimentos aliados del hígado. Los vegetales en general y las verduras de hoja verde (espinacas, acelgas) en particular; el berro; el brócoli; los cítricos; el ajo; el té verde; las nueces; el pan integral de 8 cereales; el aguacate y el aceite de oliva, ayudan a la función depurativa de nuestro hígado, el órgano encargado de eliminar la mayoría de las toxinas del cuerpo, concluyen.
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