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Si percibió que los ojos se le cerraron, sintió un susto repentino e hizo movimientos bruscos e involuntarios con la cabeza, es que ya se durmió por unos segundos.
Pero nunca debería llegarse tan lejos, por lo que conviene prestar atención a las señales de alerta del cuerpo: bostezar frecuentemente, frotarse los ojos, sentir escalofríos repentinos, necesidad de moverse y empezar a deslizarse hacia un lado y hacia el otro del asiento.
A más tardar en ese momento hay que dirigirse al estacionamiento más próximo para echarse una siesta. “Todo lo demás solo tapa los síntomas”, explica Eberhard Lang, experto germano en tráfico. Tras una pausa de entre diez a veinte minutos se puede volver a conducir.
Hacer pausas con regularidad
En viajes largos debería hacerse una primera pausa a más tardar después de dos horas. Esa ya es una regla general.
El peligro de dormirse por unos segundos es especialmente alto cuando el viaje va en contra del reloj interno. Entre las dos y las cinco de la mañana, así como alrededor de las 14, el ser humano se encuentra en una depresión biológica.
Cuando se siente un gran cansancio, no solo es menor la concentración, sino también la capacidad de reacción. Además, sostienen los expertos, los conductores suelen sobreestimar sus capacidades.