Vuelven las clases, vuelve el barquillo

Reminiscencia de las épocas de escuela de antaño, el barquillo, el dulce de maní (ka’i ladrillo), el dulce de batata y otros manjares del recreo o la salida, vuelven tímidamente también a las escuelas y sus inmediaciones. Así también, los fabricantes artesanales de estas golosinas viven con esperanza y expectativa la apertura de los centros educativos.

El barquillo de los recreos de antaño siguen vigentes. El relleno de dulce de guayaba se realiza en Caacupé y el barquillo se trae desde Caaguazú. Este manjar de la infancia tiene un precio de G. 500.
El barquillo de los recreos de antaño siguen vigentes. El relleno de dulce de guayaba se realiza en Caacupé y el barquillo se trae desde Caaguazú. Este manjar de la infancia tiene un precio de G. 500.MARTA ESCURRA

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Caacupé tiene su fábrica de “Willy Wonka” criolla donde en lugar de chocolates y golosinas raras, se fabrican los autóctonos dulces característicos de la hora del recreo. Dulce de batata, dulce de batata con chocolate, dulce de maní (ka’i ladrillo) y el eterno barquillo también están de vuelta a las escuelas.

El dulce de maní o ka'i ladrillo es otro clásico de los recreos paraguayos.
El dulce de maní o ka'i ladrillo es otro clásico de los recreos paraguayos.

“Todavía la distribución es tímida, pero paulatinamente, tenemos la esperanza de que el negocio reflote”, dice Roberto Yubero (40) de la fábrica de dulces artesanales “La Casita Dulce”.

Para Yubero, el sistema de envasado fue crucial para darle una vuelta de tuerca a la presentación de los productos. Eso le da otra presentación y también garantía de higiene. “Trabajamos a nivel familiar y en el proceso de producción también aplicamos los pasos de la receta de la familia, aunque se mantienen el sabor y la calidad, la idea es ir innovando siempre”, enfatiza Yubero.

La vuelta a clases también trae la vuelta a los recreos y al compartir con los compañeros y compañeras.
La vuelta a clases también trae la vuelta a los recreos y al compartir con los compañeros y compañeras.

Asentada en el barrio San Miguel de Caacupé, la fábrica comenzó hace 14 años debajo de un árbol de mango. Hoy, cuentan con las certificaciones correspondientes en la elaboración y el envasado.

“El barquillo tiene una venta muy buena porque la gente de antes conoce muy bien”, agrega el productor cuya mercadería estrella para los nostálgicos llega al consumidor final a un precio e G. 500. Los dulces a G. 1.000. El dulce lo elaboran en la fábrica y el “barquillo” en si se trae desde la ciudad de Caaguazú.

Foto de archivo de los trabajadores de la fábrica de dulces en Caacupé.
Foto de archivo de los trabajadores de la fábrica de dulces en Caacupé.

En realidad ahora no solo en la escuela nos piden, también en los almacenes y otros lugares en los que se valoran tanto la tradición, como el buen sabor y un momento para evocar la infancia.

“Durante la pandemia tuvimos una época muy dura y tuvimos que trabajar con menos gente. Ya que al cerrarse las escuelas también se cerraron las posibilidades de colocar nuestros productos. Ahora estamos con la esperanza de volver a activar”, finalizó Yubero.

Trabajadores en la fábrica "La casita de los Dulces", en el Barrio San Miguel de la Ciudad de Caacupé
Trabajadores en la fábrica "La casita de los Dulces", en el Barrio San Miguel de la Ciudad de Caacupé
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