Itaipú: ¿apenas el agua?

41 años después
41 años despuésArchivo, ABC Color

El sábado 25 de octubre de este año, la Asesoría de Comunicación - División Prensa de Itaipú (lado paraguayo), recordaba al país que 41 años atrás, los dictadores militares Alfredo Stroessner y João Figueiredo, acompañados por el aún director general adjunto Ing. Enzo Debernardi y el aún director general, el general José Cavalcanti, inauguraban oficialmente la central hidroeléctrica Itaipú.

Aclaraban, empero, que la fase de producción de la central arrancó el 5 de mayo de 1984, porque los cinco meses y 20 días que separaban a ambos acontecimientos fueron utilizados para la “generación experimental”.

El relato oficial añade que cuatro décadas –y más– después de la inauguración de la central, el complejo paraguayo/brasileño sigue siendo “referencia mundial” en producción de energía eléctrica, “así como en los índices de utilidad del agua y de disponibilidad de máquinas con una visión y misión claramente sustentables”.

Refuerza el mensaje con el dato que rescata de sus registros sobre la generación de la central en el período comprendido entre 1984 y el presente: 3.108.700.000 MWh (1 MWh= 1000 KWh), cuyo tamaño abrumaría a cualquiera si se lo compara, por ejemplo, con la demanda de 2024 del Sistema Interconectado Nacional. 26.154.488 MWh, récord de la curva de consumo que grafica la demanda que tiene la ANDE, un argumento reiteradamente utilizado por los oficialismos de turno en su recurrente intento por distraer a los críticos.

En el pasado, en los primeros años de construcción del complejo, y cuando el equipamiento aún transitaba la etapa de montaje, el libreto predilecto de sus defensores era el gigantismo.

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En tanto que en nuestro país era la abundancia de energía, a tal punto que, en los debates, inclusive aquellos de fuerte poder de convocatoria, el tema central era qué hacer con la energía, detrás de la cual se agazapaba el mensaje que sus defensores pretendían imponer: Paraguay, con Itaipú –luego sumaron a Yacyretá– había superado el problema energético, específicamente el de su abastecimiento.

Hoy, hace algunos años, ese muro de pretendida seguridad comienza a exhibir fisuras y algunos especialistas, inclusive sin responder ciertos interrogantes, empezaron a advertir sobre el retorno de los fantasmas de la insuficiencia e inclusive de la escasez energética, con vaticinios sobre fechas probables; finales de esta década para algunos, principios de la siguiente para otros.

No obstante, las preguntas que aún erosionan esas proyecciones, acicateadas inclusive por las observaciones del Viceministerio de Minas y Energía, se relacionan con los esquemas de uso final de energéticos en el país. El más reciente indica que el aporte de las hidroeléctricas llega recién al 22% del total y que el prolongado espacio del 78% sigue cargándose con derivados del contaminante y costoso petróleo, que importamos hasta la última gota, así como por lar biomasa.

Paraguay, ¿solo el agua?

Hoy, a pesar de los récords y del gigantismo empleados como distractores, en una coyuntura en la que debe revisarse el Anexo C, en definitiva debe revisarse el Tratado, porque el anexo es parte del Tratado (Art. VI). Escuchábamos a los defensores del status quo, especialmente en una reciente reunión en la Cámara de Diputados, reflotar ciertos argumentos que ya creíamos superados, aunque acicalados de manera diferente, que el Paraguay, en Itaipú, puso apenas del agua.

Si en el otro lado del río Paraná se proponen reverdecer viejos y superados argumentos, en la margen derecha tendemos el derecho de volver a confrontarlos. Por ejemplo, reiterar que el agua es el único factor insustituible en un complejo hidroeléctrico, que Itaipú también exigió la pérdida de los invaluables saltos del Guairá con sus siete caídas.

Que el factor que sustenta la hegemonía brasileña en Itaipú: la financiación, fue sencillamente eso, otro lucrativo negocio, al que debemos adicionar el peso de la deuda espuria, así como de la doble indemnización que solo benefició a los prestamistas de la otra costa del Paraná.

Apenas el 10,04%

El otro argumento que la ciudadanía paraguaya debe tener presente, aun cuando las negociaciones se hayan congelado con la elemental historieta del espionaje, es el grado de aprovechamiento de los beneficios de la hidroeléctrica.

Comencemos con la energía, si en 41 años Itaipú registra una producción de 3.108.700.000 MWh, pero la ANDE pudo, en ese período, aprovechar apenas 312.162.000 MWh, según datos extraoficiales, una verdad es incontrovertible: Paraguay, pese a su condición de propietario por partes iguales de Itaipú, usó apenas 10,04% de la producción acumulada y Brasil, el 89,96%.

La energía, según el Art. XIII del Tratado, “será dividida en partes iguales” entre nuestro país y Brasil. O sea, 1.554.350.000 MWh para cada parte.

No obstante, la ANDE pudo aprovechar solo 312.162.000 MWh, o sea el 20,1% que le correspondía.

¿Qué pasó con los 1.242.188.000 MWh, equivalentes al consumo de 47,5 sistemas como el paraguayo del 2024?

Se les aplicó la figura de la “cesión” de energía y, contra lo que se acordó en el Acta Final de Foz de Yguazú (1966), que consagraba el principio del justo precio, le impusieron y aceptaron la figura de la “compensación” por energía cedida.

En los 41 años de generación de Itaipú, insistamos, 1.554.350.000 MWh correspondían a nuestro país, pero como la ANDE retiró solo 312.162.000 se infiere que los 1.242.188.000 MWh faltantes fueron cedidos al sistema brasileño.

Apuntábamos que los intérpretes oficiales de turno del Tratado aceptaron la sustitución del principio del justo precio por la compensación por energía cedida.

Entonces, ¿qué debemos o cuánto debemos entender por compensación al Paraguay por ceder su energía al Brasil?

Según datos oficiales, por la energía que aprovechó Brasil en 41 años y que correspondían al Paraguay, a través de la entidad binacional transfirieron al Estado paraguayo US$ 5.576.713.400.

Recargados en una sola canasta, la suma hasta parece cuantiosa, hecho que nos obliga a buscar el valor promedio de 41 años de todo lo pagado:

US$ 5.576.713.400 / 1.242.188.000= US$ 4,5. En otras palabras, por cada 1000 KWh (1 MWh) cedido al Brasil, el Paraguay recibió US$ 4,5. En guaraníes, Brasil pagó el Paraguay G. 31.770 por cada MWh que le cedió, o sea G. 31,8 por KWh,

Una comparación necesaria

Destaquemos, finalmente, que en la región, o sea en el ámbito enmarcado por los sistemas de Argentina, Brasil, Uruguay y nuestro país, estuvo exportándose energía eléctrica por un valor que ronda los US$ 100/MWh.

Dirán que la compensación debe sumarse al costo de producción de la central binacional. Aún así, la energía que no utiliza Paraguay y la aprovecha Brasil ronda los US$ 50/MWh.

Si el cotejo lo hacemos con la Tarifa Media Nacional, la ANDE destaca que es de G. 371,92/kWh. O sea, el usuario de la ANDE está pagando casi 12 veces más que Brasil por el excedente paraguayo en Itaipú, comparando el promedio de 41 años de la suma que remitieron al Tesoro Nacional en concepto de compensación por cesión de energía paraguaya con la Tarifa Media Nacional de la ANDE, de la que con frecuencia dicen que se trata de una tarifa política y no técnica.

Apenas el 10% de Itaipú

El Paraguay, pese a su condición de propietario por partes iguales del complejo, utilizó solo 10,04%, y Brasil, por consiguiente, el 89,96%.