“La central hidroeléctrica Itaipú conquistó este viernes, 1 de noviembre de 2024, el título de Guinnes Word Récords en la categoría “mayor producción acumulada de energía hidroeléctrica, luego de haber superado los 3.038 millones de MWh de energía generada desde el inicio de su operación en mayo de 1984”, informaban las oficinas paraguayas de la binacional con la pretensión de transmitir y distribuir entre los paraguayos el entusiasmo que generaban.
Que el complejo hidroeléctrico binacional haya acumulado en sus registros ese nivel de producción, sin dudas, resquebraja cualquier esquema que tenga relación con lo ordinario.
En efecto, con los 3.038 millones de MWh se podría abastecer la demanda de 116 sistemas interconectados como el paraguayo, inclusive con el nivel que alcanzó el año pasado: 26.154.488 MWh.
Sin embargo, la algarabía for export por la obtención de esa copa, la que en el 1 de noviembre de 2024, la jueza Natalia Ramírez Talero de la Guinness World Records entregó a los directores generales, paraguayo y brasileño de Itapú, es comparable con la que desborda al hincha de un equipo de fútbol cuando este se corona campeón luego un duro torneo.
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Hasta me atrevería a sostener, la del compatriota paraguayo que luego de 16 años de ausencia en los cotejos mundiales, se llena de fervor porque la albirroja logró clasificarse.

El gran caudal de alegría desbordó a todos, inclusive a los que se consideran inmunes a la magia de este deporte, y descubren que también susceptibles a los colores de la camiseta, a que el nombre de su país resuene aquí, sino también en la región y, por qué no, en el mundo.
No obstante, deberíamos interrogarnos si esas conquistas permitieron alguna mejoría en nuestro situación económica, inclusive en nuestra cotidianidad, especialmente de aquellos que en la noche de la clasificación fueron arrastrados por ese caudaloso raudal del entusiasmo.
Alguna respuesta o posición debería asumirse, aún cuando esa decisión convierta al que lo hace en blanco casi consensuado de ciertos epítetos, como “antiparaguayo”, “antipatriota”, etc.
La situación no es diferente, si el ciudadano, el elector, el contribuyente, el pueblo paraguayo, se limita a celebrar el récord de producción que batió Itaipú y que le reconoció nada menos que la organización mundial de competencias de esta naturaleza.
En el pasado stronista de nuestro país, los negociadores, firmantes y legalizadores del tratado de Itaipú, en casi toda las controversias, abusaban del gigantismo, de las colosales dimensiones de la obra, así como los insumos que devoraba.
También con mediocres explicaciones que poca relación tenían, por ejemplo, con el real aprovechamiento de sus beneficios y mucho con esa suerte de ideología de la justificación que practican los malos gobiernos.
Agregamos un botón del muestrario, muy sesgado hacia los intereses de nuestros socios el proyecto récord: “Con 20 unidades generadores y 14.000 MW de potencia instalada, Itaipú suministra cerca del 90% de la energía del Sistema Interconectado Nacional. Esto significa que casi 9 de cada 10 hogares paraguayos recibe la energía generada por la central hidroeléctrica”.
Otra muestra: “En cuatro década de generación, la binacional aportó al Paraguay alrededor de US$ 13.077,2 millones, en el marco del cumplimiento del Anexo C del Tratado. De ese monto, aproximadamente US$ 6.714,1 millones corresponden a royalties; US$ 5.247,7 millones por cesión de energía y US$ 1.115,4 millones en concepto de pagos a la ANDE”.
En la galería de “medallas” de la entidad binacional, sus voceros publicaban el viernes último, 5 de setiembre, que hasta ese día sus registros confirmaban una producción de 3.100 millones de MWh,
No obstante, desde la perspectiva del lector paraguayo, la información, como en ocasiones anteriores, pinta apenas las realizaciones de la binacional, y soslaya los reclamos concernientes a los intereses paraguayos; por ejemplo, de ese total, en los 41 años de producción, qué cantidad de energía pudo aprovechar la parte paraguaya y qué cantidad cedió al sistema brasileño, según la interpretación oficial vigente del Tratado.
Empecemos con el primer requerimiento. Si entre 1984 y el 2024 la central paraguayo/brasileña generó 3.100 millones de MWh, de acuerdo con el tratado y, específicamente con su Art. XIII, 1.550 millones de MWh pertenecen a nuestro país, cantidad con la que hubiéramos atendido la demanda de 59,3 sistemas interconectados como el nuestro, incluso con una demanda como la que la ANDE registró en 2024.
Si la razón de ser del Tratado es la igualdad de derechos y obligaciones, ¿alguna vez los administradores de turno del país y de la entidad binacional explicarán por qué en esos 41 años de producción el paraguayo pudo aprovechar solo el 10% y Brasil el 90%?
- Producción acumulada de Itaipú entre el 5 de mayo de 1984 y 5 de setiembre de 2025: 3.100 millones de MWh.
- De acuerdo con el Art. XIII del Tratado, 1.550 millones de MWh corresponden al Paraguay.
- Sin embargo, gracias a los aportes de fuentes independientes, porque la binacional los oculta, en el período de referencia trajo de Itaipú 314.143.000 MWh (10% del total, apenas 20% de la mitad, legal y legítimamente paraguaya.
- Si la energía paraguaya alcanzó entre 1984 y 2025 1.550 millones de MWh y la Administración Nacional de Electricidad pudo aprovechar apenas 310.782.000, ¿qué pasó con los 1.235.857.000 MWh sobrantes?
- Finalmente, ¿rigió el principio de Justo Precio que había consagrado el Acta de Foz de 1966, así como el Considerando del Tratado de 1973?
Según fuentes independientes, una vez más, en el periodo en cuestión pagaron a nuestro país US$ 5.557.713.400 por Cesión de energía. Al dividir esta suma por el total cedido (1.235.857.000 MWh), descubriremos, con mucho asombro -indignación inclusive-, que el sistema brasileño pagó al Paraguay US$ 4,49/MWh cedido. Sin dudas se trata de un precio, pero de justo nada, absolutamente - tiene.
Apenas 10% en 41 años
Los administradores de turno explicaron alguna vez por qué en 41 años de producción el Paraguay pudo aprovechar solo el 10% y Brasil el 90%?
¿Y el justo precio?
El sistema brasileño pagó al Paraguay US$ 4,49/MWh cedido. Sin dudas se trata de un precio, pero de justo nada, absolutamente, tiene.