El impulso de la clase media en América Latina y el Caribe se ha dado por transformaciones económicas y sociales. De acuerdo con el Banco Mundial, entre los principales factores se encuentra el mayor acceso a la educación, con la expansión de universidades y programas de formación que permitieron a más personas incorporarse a empleos mejor remunerados. También contribuyó el avance del empleo formal, que ofreció mayor estabilidad y mejores condiciones laborales, así como la expansión del crédito, que abrió la posibilidad de adquirir vivienda y bienes duraderos, dinamizando a su vez la economía local. A esto se suma la reducción de la pobreza extrema producto de políticas de inclusión social que posibilitaron que muchas familias superaran la línea de pobreza.
La evolución es particularmente relevante si se observa el contraste con la pobreza. En 2015, el 29,6% de la población se encontraba en esa situación, mientras que en 2024 la proporción cayó a 25%, lo que evidencia un progreso en la reducción de privaciones. La vulnerabilidad, por su parte, se mantuvo cercana al 32%, lo que muestra que aún existe un sector amplio expuesto a retrocesos en caso de crisis económicas.
Es de destacar que el crecimiento de la clase media en ALC constituye una señal positiva para la región, dado que este grupo suele impulsar el consumo, la demanda interna y la estabilidad social. No obstante, la persistencia de una franja vulnerable advierte sobre la necesidad de políticas públicas que refuercen la movilidad ascendente y reduzcan la fragilidad ante shocks externos.

El avance de la clase media, como se mencionaba, no solo se traduce en mayor consumo sino también en un cambio en la forma de gestionar sus recursos. En una reciente entrevista con Bloomberg, especialistas de BBVA Asset Management afirmaron que la clase media en Latinoamérica está adoptando una mentalidad de inversión más avanzada, similar a la de los inversores institucionales, y buscando diversificar sus portafolios más allá de la renta fija y variable.
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La digitalización ha contribuido a democratizar las finanzas en América Latina, facilitando el acceso a mercados que antes eran inaccesibles para estos segmentos. Además, el aumento de la inflación y la necesidad de preservar el poder adquisitivo han impulsado la búsqueda de instrumentos financieros con mayores rendimientos. Los analistas remarcaron que la clase media ya no se conforma con el ahorro tradicional sino que busca activamente instrumentos que le permitan hacer crecer su capital. A decir:
- Fondos conservadores, que buscan preservar el capital con instrumentos locales de bajo riesgo y alta liquidez.
-Fondos moderados y de crecimiento, diseñados para quienes asumen un riesgo medio con expectativas de mayores rendimientos en el mediano y largo plazo.
- Fondos balanceados globales, dirigidos a inversionistas con mayor experiencia, combinando renta fija y variable en mercados locales e internacionales.
- Fondos estructurados en acciones globales, que ofrecen exposición a índices internacionales con mecanismos de protección parcial frente a la volatilidad.
- Evolución de la clase media y del mercado de capitales
Conforme con otro reporte del Banco Mundial, la expansión de la clase media en Paraguay estuvo estrechamente asociada a la disminución de la pobreza. Durante las dos últimas décadas, en particular entre 2003 y 2013, este grupo social experimentó un crecimiento significativo. La proporción de personas con ingresos diarios de entre US$ 14 y US$ 81 (PPA de 2017), considerada clase media, pasó del 24,8% en 2003 al 41,6% en 2022.
La evolución socioeconómica del mencionado segmento ha coincidido, entre otros indicadores, con el importante crecimiento que ha tenido el mercado de capitales en Paraguay, que viene operando desde el año 1993, en sus inicios con unas 10 casas de Bolsa y en la actualidad acercándose a las 30, de acuerdo con datos de César Paredes, presidente de la Asociación de Casas de Bolsa del Paraguay (ASOBOLSA).
En efecto, las estadísticas reflejan un proceso de maduración que responde al interés creciente de inversionistas y a la diversificación de emisores y sectores.

De acuerdo con datos de la Bolsa de Valores de Asunción (BVA), en el año 2019 el mercado había movilizado unos G. 6,360 billones (US$ 1.019 millones), mientras que en 2023 se alcanzaron G. 37,072 billones (US$ 5.086 millones). El avance fue aún más marcado en 2024, con un total de G. 51,589 billones (US$ 6.824 millones), lo que representó un crecimiento de más del 600% frente al nivel observado cinco años atrás. Para 2025, con datos parciales hasta agosto, ya se acumulan G. 39,771 billones (US$ 5.085 millones), mostrando la continuidad de la tendencia expansiva. Además, se destaca que los instrumentos de renta fija como los bonos siguen siendo el instrumento de mayor oferta y demanda con más del 90% de las transacciones.
En cuanto a la cantidad de operaciones, en 2019 se contabilizaron 10.738, cifra que volvió a crecer hasta 30.937 en 2024, mostrando un mercado más líquido y con mayor participación, tanto de emisores como de inversionistas. En el mismo sentido, el número de comitentes también da cuenta del proceso de profundización del mercado. En 2019 se registraron 2.049, cifra que fue tomando una senda ascendente hasta alcanzar 7.032 en 2023. En 2024 se duplicó con 12.104, y en lo que va de 2025 se reportan 9.413. En total, desde 2017, más de 48.500 inversionistas han participado, lo que evidencia una base cada vez más amplia.
La diversificación de emisores constituye otro factor relevante. Las Sociedades Anónimas Emisoras (SAE) concentran el 41% de las emisiones, seguidas por los fondos de inversión con 30% y la Sociedad Anónima Emisora de Capital Abierto (SAECA) con 20%. La presencia de organismos multilaterales, entidades públicas y cooperativas, aunque menor, aporta variedad y señal de confianza al mercado.
Por sectores, el comportamiento también muestra una estructura diversificada. El comercio lidera con 21% de las emisiones, seguido de cerca por el rubro inmobiliario (20%) y el financiero (19%). La agropecuaria ocupa un lugar destacado con 14%, mientras que servicios e industria alcanzan 10% y 6%, respectivamente.
Finalmente, y a modo de remarcar, los datos evidencian que el mercado de capitales paraguayo, aún con importantes desafíos, ha dejado atrás su etapa incipiente y se posiciona como una alternativa sólida de financiamiento e inversión, con perspectivas de seguir creciendo, así como consolidándose en los próximos años. Este proceso se da en un contexto en el que la clase media en Paraguay ha experimentado una evolución significativa durante las últimas décadas, impulsada por factores como el crecimiento económico sostenido, la estabilidad monetaria y la mayor formalización del empleo. La expansión de este sector de la población se refleja en un mayor acceso al crédito, el aumento en la demanda de viviendas y el interés por instrumentos financieros que antes estaban reservados a un grupo reducido de personas.
El proceso de consolidación también plantea nuevos desafíos, como la necesidad de mejorar la calidad del empleo, garantizar servicios públicos eficientes y fomentar una mayor cultura de ahorro e inversión. En este escenario, el mercado de capitales se convierte en una herramienta para que la clase emergente canalice sus recursos hacia proyectos productivos que contribuyan al desarrollo del país y a la reducción de brechas sociales.
Movimiento de la Bolsa
Para 2025, con datos parciales hasta agosto, en el mercado bursátil ya se acumulan G. 39,771 billones (US$ 5.085 millones).
Cantidad de participantes
En total, desde 2017 a la fecha, más de 48.500 inversionistas han participado, lo que evidencia una base cada vez más amplia.
