Paraguay se encuentra ante una encrucijada energética que definirá su futuro económico. Si no se toman decisiones clave antes del 2026, el país podría enfrentar un escenario crítico de escasez energética entre 2030 y 2035.
Las proyecciones indican que, en ese periodo, la demanda eléctrica superará la oferta disponible.
En los últimos 40 años no se han realizado inversiones significativas para desarrollar nuevas fuentes de generación.
La falta de acción podría desencadenar un “apagón energético” que tendría un impacto directo en la economía nacional.

Se estima que Paraguay perdería alrededor del 60% de su potencial de crecimiento económico.
Además, se desalentaría la llegada de nuevas inversiones, frenando el desarrollo industrial y tecnológico.
Sin embargo, aún estamos a tiempo. Inversiones estratégicas y oportunas en infraestructura energética —que deben ponerse en marcha como máximo en 2026— no solo evitarían la crisis, sino que podrían posicionar a Paraguay como un hub energético regional.
Introducción

Paraguay se enfrentaría a una amenaza, silenciosa pero inminente: una crisis energética estructural. A partir de 2030–2035, el país ya no contaría con capacidad suficiente para abastecer su creciente demanda de energía, lo que pondrá en riesgo el desarrollo industrial, el crecimiento económico y la estabilidad de sectores productivos clave. Si no se toman decisiones urgentes, nos encaminamos hacia una situación donde la energía será el principal cuello de botella del desarrollo nacional.
Sin embargo, toda crisis representa también una oportunidad estratégica. Este momento crítico permite al Paraguay replantear su política energética de manera proactiva, modernizar su matriz de generación y consolidarse como proveedor confiable de energía, estable y regionalmente integrada. La clave está en actuar con visión, anticipación y decisión, aprovechando las herramientas disponibles para evitar que el futuro nos tome desprevenidos.
El tiempo es el factor determinante. Cada año que pasa sin una acción concreta acorta los márgenes de maniobra. La solución no puede esperar: el déficit en la capacidad de atender la demanda máxima puede llegar tan pronto como 2030, y cualquier proyecto que no se inicie en el corto plazo no estará listo a tiempo.
No hay espacio para la inacción: debemos actuar hoy.
Matriz energética de Paraguay
La matriz energética de Paraguay se compone en gran parte de energía proveniente de las hidroeléctricas. Pese a que gran parte del consumo final depende de los derivados del petróleo y la biomasa, la electricidad generada por la hidroenergía es clave para el correcto funcionamiento de la economía. La electricidad es esencial tanto dentro de los hogares como las empresas.
Permite la utilización de electrodomésticos, equipos y máquinas. Así mismo, existe hoy en día una tendencia hacia la electrificación vehicular, lo que vuelve a la electricidad necesaria incluso para el transporte de los individuos.
Situación actual de la demanda energética

Debido a la importancia de la energía eléctrica para el correcto funcionamiento de las actividades dentro del país, la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) realizó la previsión de la demanda eléctrica para el periodo 2019-2030.
Para un escenario medio de moderado crecimiento industrial, del 5,3% anual (PIB medio), se estimó un crecimiento promedio anual de 6,6% para la demanda de potencia máxima y de 6,8% para la demanda de electricidad.
Sin embargo, la demanda de potencia máxima ha superado la proyección de la ANDE desde el 2022.

Para ese año, la demanda de potencia máxima aumentó 13,6%, 7% más de lo estimado. Esta alcanzó 4270 MW, superando los 4195 MW proyectados.
Por su parte, la demanda de energía eléctrica (consumo bruto = consumo final + pérdidas) también ha superado la proyección de la ANDE en 2024. Para ese año, el consumo aumentó 18% aproximadamente, 4,8% más de lo proyectado. Alcanzó 26.143 GWh, por encima de los 24.725 GWh estimados. El factor de carga en torno al 56% y las pérdidas eléctricas totales en torno al 29%, aceleran el déficit de potencia.
Solo en el año 2024, la demanda de potencia máxima de energía eléctrica superó en más de 50 MW la proyección realizada por la ANDE, lo cual resulta ciertamente preocupante. Aún más preocupante es que el ritmo de crecimiento del consumo eléctrico no solo supera el doble de lo estimado —con tasas históricas del 7 al 8% anual—, sino que las tasas reales recientes, que se sitúan entre el 10% y el 12%, también superan ampliamente las tendencias históricas.
El ratio entre energía eléctrica disponible y consumo de energía eléctrica ilustra la capacidad que tiene la oferta para satisfacer la demanda. PNUD (2020)1 ya alertaba acerca del empobrecimiento de esta relación que pasó de 12,8 en 1991 a 3,7 en 2017. Al respecto, mencionaba también que en 10 a 15 años (2027/2032) se alcanzaría un momento critico en el que el ratio seria igual a 1, lo que significaría que toda la energía eléctrica disponible sería consumida.
Si extendemos el cálculo, vemos que en 2023 el ratio tuvo un valor de 2,2. Esto se traduce en que la oferta era capaz de satisfacer solo 2,3 veces la demanda. Resulta especialmente preocupante ver que no han pasado ni 10 años de la estimación del PNUD y el ratio ya se acerca poderosamente al 1. Para el periodo 1991-2001, el ratio disminuyó un 3,9% anualmente. Durante el periodo 2002-2012, este decreció 3,3% de forma anual. Pero en el último período (2003-2023), la reducción anual fue de 4,5%. Esto refuerza la idea de que el consumo de energía eléctrica viene creciendo de forma acelerada y continua y que la producción de electricidad no acompaña esa tendencia.
Prospectiva subsector eléctrico 2015 – 2050

Muy por el contrario a esta estimación, el consumo seguirá creciendo debido al propio crecimiento de la economía. Por su parte, las pérdidas tampoco disminuirán debido a que tal y como menciona el Banco Interamericano de Desarrollo (2020), este sigue siendo un desafío del sector que precisa de inversiones para modernizar el sistema eléctrico y medidas de eficiencia energética que permita la formalización de clientes informales.
Prospectiva de la demanda de potencia 2050
La ANDE estimó la demanda de potencia máxima hasta 2030 y el Viceministerio de Minas y Energías (VMME) hasta 2050. Considerando que la potencia máxima es de 8.800 MW y tomando las estimaciones de ambas instituciones, podría decirse que la demanda superaría a la oferta en el segundo quinquenio de la década 2030 – 2040.
Sin embargo, el gráfico 3 demuestra que la demanda de potencia máxima proyectada por la ANDE para el escenario medio ha sido considerablemente inferior a la demanda de potencia máxima efectiva. Esto último lleva a repensar las estimaciones. El CEE de la UIP calculó 3 escenarios posibles de demanda de potencia máxima:
Escenario alto: la demanda de potencia máxima crece a una tasa anual de 10,3% (calculada en base al crecimiento de los últimos 2 años), en 2030 esta superaría a la oferta.
Escenario medio: la demanda de potencia máxima crece a una tasa anual de 7,4% (calculada en base al crecimiento de los últimos 5 años), en 2032 esta superaría la oferta.
Escenario conservador: la demanda de potencia máxima crece a una tasa anual de 6,6% (se toma la tasa de crecimiento del escenario medio proyectada por la ANDE), en 2033 superaría a la oferta.
Esto deja ver que, dentro de los primeros años de la década de 2030, la demanda de potencia podría superar la oferta máxima instalada.
Fuente: INDICEE - Suplemento económico de la Unión Industrial Paraguaya.(I)