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En un contexto de expansión económica se vincularía a un incremento en la participación del sector industrial, dentro del consumo total de la electricidad, lo que puede interpretarse como una señal de diversificación y crecimiento. El sector industrial comienza a desempeñar actividades más especializadas, demandando una mayor cantidad de maquinarias de uso intensivo de energía.
A medida que el crecimiento económico se consolida, también se espera un aumento del consumo de energía doméstica, producto de mayores ingresos, generando una desviación en la demanda inicial de bienes y reflejando una mejora en la calidad de vida de la población.
En línea con lo descrito es necesario incorporar el concepto de matriz energética, definida como el conjunto de recursos energéticos disponibles en un territorio, los cuales son utilizados para satisfacer las necesidades de consumo interno y, en algunos casos, para la exportación (Polyexcel, 2020).
En Paraguay, esta matriz se caracteriza por un predominio de fuentes renovables, que constituyen aproximadamente el 76% del total, mientras que el 24% restante a derivados del petróleo. Este producto registra una importación neta dada la carencia de reservas nacionales, de acuerdo con un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El predominio de energía renovable en el país se debe, principalmente, a la abundancia de recursos hidroeléctricos, ya que cuenta con represas de gran capacidad como Itaipú, Yacyretá y Acaray. Sin embargo, esta dependencia de la hidroenergía también conlleva riesgos, especialmente en contextos de sequía, donde la disminución del caudal de los ríos afecta directamente el desempeño productivo de estas instalaciones.
En términos de consumo final, la electricidad generada en Paraguay se distribuye entre los sectores industrial, comercial y doméstico. A pesar de su relevancia en la generación de energía, su participación en el consumo final sigue siendo limitada. En 2022, el uso de la electricidad representó el 19% del total, mientras que los derivados del petróleo y la biomasa ocuparon un lugar predominante cercano al 80% en la estructura energética del país (“Breve reseña del sector de energía en Paraguay”- BID). Esto revela una configuración poco sostenible, ya que la dependencia de combustibles fósiles y biomasa tiene implicancias negativas de eficiencia energética.
En el mismo estudio se realiza un análisis más detallado sobre el total de la oferta energética disponible en Paraguay. Solo el 60% fue consumido internamente, mientras que el 24% se destinó a la exportación. De esta última cifra, el 97,1% correspondió a electricidad, principalmente, hidroeléctrica; y el 2,9% a biomasa. Esta dinámica de exportación refleja la capacidad de Paraguay para generar excedentes de energía renovable, pero también expone desafíos relacionados con la optimización del consumo interno, la sostenibilidad de los recursos, y por ende, la creación de nuevas fuentes de energía.