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En línea a lo anterior, los padres de la economía consideraban que la remuneración debía ser exactamente igual a la productividad marginal de cada trabajador. Así, la paga o salario percibido por cada uno de ellos sería equivalente a su aporte productivo por la generación de valor a las empresas. Luego, un sistema flexible de precios de mercado laboral conduciría inevitablemente a la ocupación plena de todos los trabajadores.
El economista estadounidense y conocido por sus trabajos sobre teoría del crecimiento económico, Robert Solow, introdujo en 1957 el concepto de contabilidad del crecimiento, herramienta que permite desglosar la contribución de cada factor productivo al crecimiento general del producto interno bruto (PIB). Esta sencilla ecuación trata de medir el impacto de tres factores principales dentro de la producción de bienes y servicios de un país: el capital, la mano de obra y la tecnología.
Con respecto a la economía del desarrollo y sobre la base del modelo introducido por Solow, se calcula un residuo o proporción de crecimiento que no es atribuible ni a un aumento de la acumulación de capital, ni a un incremento de la cantidad total de la mano de obra. A este residuo, el autor lo denominó “Productividad total de factores o tecnología”.
Tras clarificar algunos conceptos, surge la siguiente interrogante: ¿cuál es el nivel de la productividad de cada uno de los factores dentro de la economía paraguaya?
Un estudio divulgado en 2016 por el Banco Central del Paraguay (BCP) titulado “Paraguay: Más Allá de la Estabilidad Macroeconómica” da cuenta de que en la serie de tiempo comprendida entre 1963 y el 2014, el crecimiento anual promedio de Paraguay (4,9%) se explicó en un 49% por la acumulación de capital, un 35% por la del Trabajo y tan solo un 16% correspondió al aporte de la tecnología o la productividad total de factores. Este último factor se ha incrementado a lo largo del tiempo, sin embargo, su aporte aún es bajo al compararlo con la participación de la mano de obra dentro de la economía paraguaya.
En el mismo contexto, el profesor del Departamento de Economía de la University College London, Gabriel Ulyssea, refiere que el salario está directamente relacionado con el nivel de productividad laboral, a la vez que un piso salarial (salario mínimo legal) genera una importante distorsión en los mercados laborales.
En línea con lo anterior, “la intención de reducir la brecha de pobreza y desigualdad mediante la elevación del salario mínimo legal termina por generar un efecto contrario al deseado: la migración de trabajadores desde el mercado laboral formal hacia otros informales”.
De acuerdo con el economista, los principales efectos reúnen consecuencias de corto y mediano plazo. Así, un aumento de la remuneración básica se traduciría, en un primer momento, en la sustitución de trabajadores poco calificados por otros más calificados, ya que las empresas tratarán de optimizar sus recursos y terminarán por reducir su nómina salarial. En el mediano y largo plazo, un mayor costo de la mano de obra incentivaría a la sustitución de la mano de obra por el capital y las maquinarias.
El salario mínimo legal se ha convertido en tema de debate durante los últimos meses, al considerar el proceso inflacionario registrado en el país y en el mundo.
En esta edición, la Consultora MF Economía e Inversiones presenta, describe y analiza los componentes y la finalidad de la remuneración básica, así como la situación en las economías de la región.