Poesía japonesa (3): Saigyo, un viaje a las montañas de Yoshino

Sato Norikiyo, conocido como Saigyo, nació en 1118 y murió el 23 de marzo de 1190 en Osaka. Fue uno de los mayores poetas del periodo Heian (794-1185) y un maestro indiscutible en el uso de la forma tradicional llamada tanka. Tercera entrega de nuestra serie sobre la poesía japonesa, a cargo del joven escritor Gian P. Codarlupo.

Saigyo contemplando el monte Fuji. Xilopintura de Isoda Koryusai, circa 1770. MET, Nueva York.
Saigyo contemplando el monte Fuji. Xilopintura de Isoda Koryusai, circa 1770. MET, Nueva York.MONSERRAT ALVAREZ

El verdadero nombre de Saigyo fue Sato Norikiyo y durante cincuenta años viajó sin cesar de un lugar a otro, en la tradición del poeta-monje errante o peregrino que después seguirían Matsuo Basho y otros grandes poetas. Se sabe que Saigyo pertenecía a la aristocrática familia Sato, rama menor del poderoso clan Fujiwara, y que era descendiente directo de Fujiwara Hidesato, shogun chinjufu (grado militar del Japón feudal) y gobernador de Shimotsuke que se encargó de reprimir varias rebeliones intestinas.

En su juventud Saigyo perteneció al grupo de guerreros Hokumen y su destreza en la esgrima y la etiquetación le dio renombre. La familia del poeta estaba compuesta por militares, y a los diecisiete años Saigyo ya era capitán del cuerpo de élite de la guardia de palacio, que era la encargada de atender al emperador Go Toba. En ese entonces, los mejores poetas visitaban la casa de la familia Tokudai-ji, donde se realizaban con frecuencia competencias literarias. En ese lugar residía Saigyo.

El año 1156 será clave en la vida del poeta. En ese momento empieza una lucha dinástica. Un intento de golpe de Estado desestabiliza la paz que reinaba. Sucede que una de las consortes del emperador Go Toba, madre del futuro emperador Sutoku, que provenía de la familia Tokudai-ji, aparentemente engaña al emperador: se sospecha que el padre de la criatura no es Go Toba, sino el ex emperador Shirikawa, abuelo de Sutoku. Este es el hecho que desencadena la inestabilidad política. En ese mismo año, Saigyo pide repentinamente permiso al emperador para retirarse de la corte imperial. A los veintitrés años, ha decidido ordenarse sacerdote budista. Se dice que ya estaba casado y que tenía un hijo, pero este dato permanece aún en la oscuridad.

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El punto es que el poeta abandona la corte y adopta varios seudónimos, eligiendo finalmente el de Saigyo, que significa «rumbo a Occidente». Comienza a vivir en una ermita en las afueras de la capital. Hace suyo el concepto del tonsei: todo tonseisha abandona el mundo y la experiencia secular para llevar una vida religiosa itinerante y desabrigada. Este concepto es distinto al de shukke, que implica dejar en la juventud a la familia e ingresar a la vida monástica, asociada a un templo. Recordemos que en la tradición japonesa existe el suki no tonseisha, es decir, el monje esteta o poeta monje. Entre este tipo de poetas tenemos, además del propio Saigyo, otros grandes nombres, como los de Kakinomoto Hitomaro (¿662? - ¿710?), Kamo no Chomei (1155 - 1216), Yoshida Kenkō (¿1283? - ¿1352?) y, por supuesto, Matsuo Basho (1644 - 1694).

Oficialmente, Saigyo se retira del mundo el 26 de noviembre de 1140, tras serle concedido el permiso que había solicitado. Es un cambio radical en su vida: de atleta y militar a peregrino en busca de la paz espiritual. Sus viajes lo llevan a las montañas de Yoshino, al sur de Nara. Estas montañas eran famosas porque por ahí habían pasado muchos iluminados, como el asceta Kobo Daishi, que era el modelo de nuestro poeta. Kobo Daishi fue el fundador de la secta zen Shingon, y entre sus preceptos está el íntimo contacto con la naturaleza, que será uno de los pilares de la poesía de Saigyo. Todas estas experiencias quedaron reflejadas en sus versos.

El cerezo del monje Saigyo. Xilograbado de Yashima Gakutei, circa 1830. LACMA, Los Ángeles.
El cerezo del monje Saigyo. Xilograbado de Yashima Gakutei, circa 1830. LACMA, Los Ángeles.

Viajero incorregible, Saigyo duerme donde le ofrecen alojamiento. Si decide quedarse un tiempo más largo en un lugar, construye ahí mismo su yamazato o choza de paja y cañabrava. Más tarde, se encontrará al poeta en las afueras de Heiankyo, actualmente Kyoto, participando en concursos de poesía, y dedicado a la práctica budista en lugares como Higashiyama y Saga. A la edad de treinta años, en 1148, se establecerá en Koya, hasta 1180, cuando comienzan las guerras Gempei.

Un detalle original de la obra de Saigyo aparece durante su viaje al templo de Zentsuji, en la costa norte de la isla Shikoku, mientras observa la vida cotidiana de los pescadores de la zona: los comienza a retratar en sus poemas, algo inusual en ese tiempo, ya que la poesía cortesana que se practicaba entonces no estaba destinada a relacionarse con las masas, ni, mucho menos, a cantarles a los oficios populares.

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Saigyo es la gran excepción. Más tarde, a la edad de cincuenta años, empieza su peregrinaje a la tumba del emperador exiliado Sutoku Tenno, derrocado después de la guerra Hogen. Ya para 1180, pasará siete años en Futamigaura, provincia de Ise. En ese contexto se desencadenan las guerras Gempei antes mencionadas, entre los clanes Taira y Minamoto. De ese conflicto saldrá vencedor el segundo clan, el de los Minamoto, cuyo jefe, Yoritomo, tomará el poder dejando a su paso una ola de destrucción y muerte que quedará plasmada en los poemas de Saigyo:

No hay un solo claro

en las nutridas huestes que avanzan

al pie de la montaña:

hilera interminable de moribundos

desfilando, desfilando, desfilando… (1).

Cuando el poeta tiene sesenta y nueve años de edad, y siguiendo la misma ruta de treinta y nueve años atrás, viaja por el noreste del país y se entrevista con Yoritomo, a quien le confiesa que la poesía «no es más que juntar 31 sílabas cuando las flores o la luna lo emocionan». Y también: «Nada sé de profundidades al componer versos. Y puesto que así es, lo justo es que calle y no diga nada sobre estos asuntos».

Finalmente, se le sigue el rastro hasta el templo Hirokawadera, en la provincia de Kawachi. Un año más tarde, en 1190, el decimosexto día del segundo mes lunar, Saigyo muere en un templo de las montañas de Yoshino. Poco antes, escribe una tanka con el vaticinio de que va a morir durante la luna llena del segundo mes, que es considerado el momento en que Sakyamuni deja el mundo y Buda entra al Nirvana. Aquí se forja la leyenda de Saigyo como santo y divino.

Avanzando a solas:

mi cuerpo reconoce incluso la ausencia

de su propio corazón, que atrás

quedara aquel día cuando vio

las copas entrelazadas de Yoshino.

El poeta-monje Saigyo contemplando el monte Fuji. Xilografía de Nishimura Shigenaga, circa 1720. Rijksmuseum, Ámsterdam.
El poeta-monje Saigyo contemplando el monte Fuji. Xilografía de Nishimura Shigenaga, circa 1720. Rijksmuseum, Ámsterdam.

Notas

(1) Traducción de José Kozer. En: Saigyo (1989). Espejo de la luna. Madrid: Miraguano.

Referencias

Saigyo (1989). Espejo de la luna, trad. de José Kozer. Madrid: Miraguano.

*Gian Pierre Codarlupo Alvarado (Paita, 1997) es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Piura, escritor, periodista, miembro del equipo editorial de la revista cultural chilena Mal de Ojo y de la Editorial Conunhueno, de Valparaíso, y corresponsal en el extranjero de El Suplemento Cultural. Ha publicado el poemario Caída de un pájaro en el mar (Universidad Nacional de Piura, 2018). Actualmente, vive en Madrid.

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